Mañana los colombianos iremos a las urnas para elegir al sucesor de Juan Manuel Santos. Todo indica que el más opcionado será el candidato del Centro Democrático, Iván Duque Márquez. En otras palabras “el que dijo Uribe” y esto ha hecho que sus contradictores lo tilden de ser un simple títere del ex presidente.
En paralelo arrancaron los partidos del mundial de fútbol en un evento planetario que centrará la atención de millones de espectadores y que está haciendo soñar a los colombianos en la suerte de nuestra querida selección. No olvidamos lo que hizo hace cuatro años y todos queremos que repita la hazaña.
Como telón de fondo el mundo ha seguido muy de cerca la realización en Singapur de una reunión cumbre entre el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump y el dictador de Corea del Norte, Kim Jong-Un, también millones han contenido el aliento con la esperanza de que la paz para esa región asiática traiga la consolidación de la paz en el mundo y un cambio positivo en las relaciones internacionales.
Volviendo a la política doméstica todas las encuestas y los sondeos de opinión apuntan a que Iván Duque será el nuevo inquilino de San Carlos. De corta pero fructífera carrera política, Duque se ha sabido proyectar como un amigo de la modernización. Muy bien preparado y mejor dispuesto ha logrado seducir a las mayorías con un lenguaje sencillo y con la promesa “de construir y no destruir” sobre el legado de su antecesor. Un legado de paz que espera una consolidación con un eventual acuerdo con el ELN.
Gustavo Petro por su parte ha hecho una campaña sobresaliente, su dialéctica ya no es incendiaria y al parecer tiene claro que su oportunidad puede ser para el próximo cuatrienio, por ello se ha dedicado a construir un “mensaje petreo” que promete respetar la democracia y la institucionalidad, ha tomado distancia del castrochavismo y está tratando de convencernos de que es conciliador y no controversial.
Nos espera pues un largo y agitado mes de trasmisiones mundialistas. Concretamente 60 partidos y la final. Los grandes favoritos, como siempre vuelven a ser los brasileños y todos rezamos porque nuestra amada selección logre como mínimo encasillarse en los octavos. Hay con qué y ganas nos sobra. Sin embargo todavía existen dudas sobre el juego en equipo, pero con James y Falcao las aspiraciones son altas.
El presidente Trump también sueña. Empeñado en rivalizar con Obama a quien le dieron el premio nobel de la paz, él también quiere el suyo y está buscándolo a través de convencer a las dos Coreas de que sellen su armisticio definitivo. Si lo logra podrá salirse con la suya y es probable que el galardón ayude para atemperar su temperamento muy dado a la confrontación.
Para los colombianos se abre una nueva época en este difícil manejo del postconflicto, debemos confiar en la “buena vibra” del nuevo mandatario. No podemos seguir comprometidos en este desangre nacional. Ya es tiempo de buscar nuevos horizontes para la inversión y la esperanza. Y el mundo también debería hacer lo propio.