Hay que reconocer que el discurso del Señor Presidente en la instalación del Congreso, aun cuando largo y tedioso (casi dos horas) tuvo un tono conciliador, constructivo de cara a las posiciones diferentes, y en algunos asuntos propositivo. Se aproxima a un estilo de gobierno bastante discursivo, pero al que le cuesta trabajo ejecutar, gerenciar, medir o hacer.
Brilla positivamente el nuevo llamado a un acuerdo nacional centrado en el propósito de todos de una sociedad más justa y productiva. Y como ya tenemos costumbre no sobran los mensajes o apocalípticos o exagerados como anunciar que estamos cerca de la “sexta extinción de la humanidad” o afirmar que la “guerra entre la insurgencia y el estado se está acabando”. Esto último rápidamente desmentido por las estadísticas y por el comandante de las Fuerzas Militares, quien con dosis de realismo señala que aún existen grupos que generan daños a la sociedad en secuestros, extorsiones y ataques indiscriminados.
Pero el discurso revela el verdadero problema del gobierno nacional. Un gobierno que habla más de lo que hace. Que parece aún en campaña anunciando todo lo que va a lograr, y que no se ha percatado que ya casi lleva un año en ejercicio. El mejor ejemplo de lo anterior es el muy bajo nivel de ejecución, siendo el peor resultado en 22 años en la historia del país.
Pero ese no es el único ejemplo. Llevamos meses en el debate de una transición energética y a la fecha no se sabe cómo es. Lo que sí se sabe es que hay riesgo importante de apagones regionales y que el escenario energético no mejora en la transición a energías renovables por las demoras en procesos de consulta y de licencias ambientales en la Guajira, con el consecuente efecto de salida de grandes inversiones.
Se decretó una emergencia económica, y pasados poco más de 25 días no se conocen decretos que la implementen. ¿Se necesitaba? ¿Para qué se declaró si no se tenía claro los decretos derivados de la declaratoria de emergencia? De nuevo un grandilocuente discurso y una positiva y nutrida visita de gobierno a la Guajira, pero muy poca acción.
Se habla también masivamente de la construcción de la “paz total”, y gobernadores y alcaldes masivamente claman por más seguridad y control en sus territorios. Se habla del sector del turismo y en la última reforma tributaria se le quitan los beneficios al sector para invertir y para enfrentar el desafío de casi que duplicarse en cobertura.
Arrancando la nueva legislatura es de destacar el mejor ánimo entre gobierno y oposición, que sin irrespeto permite que uno y otro se escuchen y que el Presidente se siente enhorabuena a oír a los distintos (ayudaría que este mensaje les llegue a todas las bodegas). Y si de verdad se quiere construir ese nuevo acuerdo nacional, que sea el momento para que las reformas sociales reflejen ese interés en la construcción de consensos, pero sobre todo que con los recursos con que se cuenta ahora, que se transite rápidamente de tanta iniciativa a las “acabativas” que permitan contar al cierre de esta legislatura lo que se pudo lograr y no sólo discursos de ideas.
*Rector Universidad EIA
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