Para ir del Cairo a la ciudad de Alejandría se toma una excelente autopista de cinco carriles en cada dirección, uno de los muchos proyectos llevados a cabo por el gobierno de Abdulfatah al Sisi, presidente de Egipto desde el 2014.
El trayecto toma aproximadamente tres horas y atraviesa el delta del Nilo completamente sembrado de viñedos, cultivos de fresas, caña de azúcar, palmas de dátiles, tomates, toda clase de cítricos, melocotones y otros frutales y verduras de muchas clases. Se puede decir que no se ven espacios no cultivados.
Además, cada granja cuenta con palomares para la producción de pichones, muy apetecidos en la gastronomía egipcia. Estos palomares, con su hermosa forma cónica, son característicos de los países africanos.
Visitamos Alejandría para conocer cómo es hoy aquella ciudad que siglos antes del nacimiento de Cristo fue considerada una de las más bellas del Mediterráneo. Poseyó un gran faro, una de las 7 maravillas del mundo antiguo, cuya luz, se dice, podía ser vista por los barcos a una distancia de 46 kilómetros.
También estaba allí la famosa Biblioteca de Alejandría, centro de cultura único en el mundo conocido en ese momento. Allí no solo se archivaban papiros de muchas procedencias y lenguas, sino que se estudiaba astronomía, números y medicina, incluso poesía y otras artes.
Alejandría fue fundada por Alejandro el Grande en el año 334 AC y aunque el conquistador no llegó a conocerla, a su muerte Ptolomeo, uno de sus generales, se estableció en ella como gobernante y allí fundó la dinastía Ptolomaica que gobernó Egipto durante tres siglos, convirtiendo al país en un reino helénico y la ciudad de Alejandría en un centro de cultura griego/ egipcio/romano que llegó a rivalizar en poder y belleza con Roma.
Dicha dinastía terminó con el suicidio de Cleopatra, última faraona, y la muerte de su amante romano Marco Antonio, en esta ciudad, luego de la derrota de la armada egipcia ante las fuerzas romanas, comandadas por Octaviano.
Hoy la ciudad es una urbe súper poblada, sucia y desorganizada de más de 6 millones de habitantes, que se duplican durante el verano cuando los habitantes cariotas buscan escapar el agobio de la capital y emigran al borde de Mediterráneo.
Donde se encontraba el grandioso faro hoy está un fuerte romano construido en la década de 1480, por el sultán Qaitbey. Desde allí se tiene una bella vista de la bahía de la “nueva” ciudad construida por los europeos en el siglo XIX y que fue gran centro de espionaje e intriga durante la Primera y Segunda guerra mundial, además de tema y lugar donde se desarrollaron muchas novelas de la época.
Allí donde se encontraba la gran Biblioteca hoy hay una muy moderna, con un gran diseño arquitectónico, que vale la pena visitar. Cuenta con un espectacular salón de lectura que pude alojar a mil lectores.
Hay algunos museos, ruinas y mezquitas que tienen algo de interés, pero la visita deja un gran sentido de nostalgia por una ciudad que envejeció mal y tristemente perdió todo su encanto.