En lugar de recibir con alborozo el Acuerdo de Paz con las Farc, el pueblo colombiano se muestra temeroso y hostil. La marcada sensación de inseguridad sobre el futuro de Colombia gravita muy fuerte sobre la economía y la política. En tal incertidumbre, exacerbada por los sobornos de Odebrecht, el Conservatismo no ha jugado el papel protagónico que le corresponde en defensa de las instituciones democráticas. Apenas se asoma a hurtadillas en el tinglado del poder, por lo que la actual dirigencia parlamentaria carece de herramientas para detener la descomposición y frenar el lento y perceptible abandono de su electorado urbano. Se repite la paradoja: la presencia del Partido Conservador en la política nacional y en los gobiernos de ahora, se debe a una numerosa y solidaria bancada, que refleja liderazgo regional, maquinaria y voto personal. Sin embargo, el desprestigio de las Cámaras les impide la reconquista del voto ciudadano.
Por otra parte, adalides con todas las insignias, como el expresidente Andrés Pastrana, Martha Lucia Ramírez y Alejandro Ordoñez, coinciden en sus críticas al gobierno Santos y a los acuerdos habaneros. La victoria del No en el plebiscito del 2 de octubre del año pasado renovó sus bríos y acrecentó su audiencia. ¿Son conciliables esas visiones tan contrarias? Tienen que serlo, porque las relaciones con el Gobierno, que ya tiene el sol a las espaldas, no merecen determinar una división que hoy puede resultar suicida. Si nos divide el presente, el futuro y los altos intereses del Conservatismo Colombiano nos obligan a la unidad. Urge la convivencia en la discrepancia, ya que poco se logra con un pedazo de partido bajo el brazo. No es factible una coalición que respalde a un candidato que ha sido incapaz de unir a su propio partido.
La candidatura presidencial única del Partido Conservador se ha anunciado tanto en la Convención de noviembre pasado como en declaraciones recientes de las actuales directivas. Y, nada legitima una candidatura como la consulta popular. El mandato así obtenido podría hacer renacer las esperanzas y despertar la vocación de poder, esa fuerza formidable que nos dio los triunfos del pasado. En todo caso, se incidiría en los resultados electorales del 2018.
En reciente comunicado Marta Lucia Ramírez expresó deseos de unidad. Hernán Andrade, desde la presidencia del Directorio Nacional, realiza diálogos con el mismo propósito. Alejandro Ordoñez, debe dejar atrás sus recelos y comprender que se ha ganado un puesto de comando en su partido. Si Mauricio Cárdenas decide entrar en la batalla, tiene firmes sus escuderos azules. ¿Vuelve Ramos por el CD, se asoma L.A. Moreno? Sería, en todo, caso una contienda democrática que permitiría reencontrar el camino de la dignidad en la política, le abriría las puertas y le devolvería la fe a las generaciones digitales de hoy, que quieren oír un mensaje nuevo a la altura de un siglo XXl, estremecido por la furia de la naturaleza, la crueldad del terrorismo y la esperanza en la inteligencia y la sabiduría humanas.
¡Para esa travesía hay que tocarle la puerta a un gran capitán!