“Erradicar violencia familiar, primer paso”
La depresión no es una gripa que de repente da. Es una enfermedad mental y diría yo emocional también. Y es una enfermedad subestimada. Hace falta que salgamos del clóset por decirlo de alguna manera y aceptemos esta realidad. Muchos hemos sentido sus síntomas y muchos la han padecido en silencio y sin atención especializada.
En Bogotá, según la Secretaría de Salud, en el año 2018 se diagnosticaron 92.032 casos de depresión. Las cifras actualizadas para el 2019 están pendientes. Las localidades en donde se presentaron más casos en su orden descendente fueron Kennedy, Chapinero, Teusaquillo, Usaquén y Barrios Unidos.
Esta es una enfermedad que se manifiesta con sentimientos de tristeza, pérdida, fracaso, dolor, ira y frustración. Interfiere con la vida cotidiana y lleva a las personas a tener una sensación de desesperanza frente a la vida. En Bogotá el caos no ayuda para nada. Según estudios de la Universidad de los Andes, los trancones tienen un efecto negativo en la salud mental.
Pese a que la ciudad cuenta con un sistema de reacción cuando la enfermedad se manifiesta, la prevención es la fórmula de éxito frente a una enfermedad totalmente prevenible.
Y como siempre, buscar su origen nos lleva a revisar lo que sucede en los hogares. Papás que maltratan, humillan, abandonan y agreden sexualmente a sus hijos están dejando las semillas de enfermedades mentales y emocionales que en la edad adulta van a manifestarse. Así que no es un asunto de responsabilidad pública, sino privada. Y lo menciono porque por lo general la gente quiere responsabilizar al Estado de todo. Incluso hasta de la mala crianza y sus efectos sobre la salud mental de los niños.
Por eso es fundamental, y lo repetiré hasta el cansancio, entender que el origen de muchos de los problemas que tenemos como sociedad, radica en la infancia y se encuentran en las manos de los papás.
Hay que tener crianzas amorosas, sin golpes, insultos y humillaciones. Para ser unos padres amorosos no se necesitan leyes ni cambios en la Constitución.
Cuando la depresión avanza, puede conducir al suicidio. La semana pasada, un señor de 45 años decidió terminar con su vida en la Avenida 68 lanzándose de un puente. Pero desde el comienzo del año ya se habían reportado casos en las localidades de Kennedy, Suba y Bosa. La cifra de al menos dos suicidios semanales es escandalosa.
Entonces, ¿qué vamos a hacer? Si bien hay desencadenantes que tiene que ver con la configuración particular del ADN de cada persona y en casos muy graves es la carga genética de cada cual la que permite una mejoría o no, lo cierto es que la prevención en la herramienta más adecuada para este problema de salud pública. Y no se trata de campañas insípidas en televisión, redes y paraderos del SITP. Se trata de intervenciones de salud emocional en las comunidades, colegios y universidades. Ir a los barrios con programas y equipos interdisciplinarios que de manera sistemática atienda a poblaciones con un alto índice de vulnerabilidad.
Así que invito a la alcaldesa Claudia López, en estos tiempos de protocolos, que se anime a hacer uno de intervención inmediata para atender a los más de dos millones de niños y sus familias. Erradicar la violencia intrafamiliar en contra de los niños es sembrar una semilla de vida para que en el futuro se disminuya la depresión, la violencia y haya un mayor bien-estar en la ciudad.