DIANA SOFÍA GIRALDO | El Nuevo Siglo
Viernes, 7 de Septiembre de 2012

Mesa sin víctimas es inestable

 

Una mesa de diálogos de paz con las Farc sin presencia de las víctimas, en el llamado “tiempo de sus derechos”, no tiene estabilidad democrática.

Es una mesa coja de tres patas, donde sólo tienen interlocución el Gobierno, los victimarios y la sociedad civil. Repite uno de los grandes errores del pasado, al dejar abiertas las heridas de quienes padecieron el horror. Como en el caso del Palacio de Justicia, le niega a Colombia la posibilidad de sanar, de hacer duelos colectivos y de perdonar.

El anuncio del presidente Santos de esclarecer la verdad, saber qué pasó y quiénes fueron los responsables es esperanzador para las víctimas, y tiene toda la razón cuando afirma “nadie puede imaginar el fin del conflicto sin atender a las víctimas”. Pues bien, el primer paso es reconocerlas como ciudadanos de plenos derechos y darles interlocución democrática en una mesa de diálogo. Los que padecieron más son los más legitimados para otorgar perdones.

¿Acaso no estábamos en el tiempo del reconocimiento de los derechos de las víctimas?

Para muchos dirigentes bastó con la aprobación de una ley de víctimas democrática e incluyente. Pero aún no está implementando su aplicación, sus beneficios no han llegado todavía a la población afectada, para considerar que ya las víctimas están virtualmente resarcidas.

Les hemos preguntado, por ejemplo, a las víctimas que duraron más de una década secuestradas ¿qué tipo de país quieren? ¿O si desean formar parte de los órganos de representación política, para tener voz y voto en la dirección de la sociedad? ¿Los reinsertamos como ciudadanos de plenos derechos?

La mayoría de las víctimas todavía no conoce la ley, ni los derechos que ésta les reconoce. No sabe cómo acceder a la reparación administrativa, a la educación, a la ayuda psicosocial… ¿Cómo vamos a explicar que estamos otra vez en el tiempo de los victimarios? ¿Cómo hacer coincidir los tiempos de víctimas y victimarios?

Por lo pronto, al no visualizar a las víctimas en un proceso de negociación con las Farc, sólo debilita la posición oficial.

Las víctimas en primer plano evitarán que la guerrilla se mimetice tras postulados justificativos, que les permiten hoy, cómodamente, presentarse como los voceros de los intereses de los más desposeídos. Una víctima expuesta deja al victimario desnudo en sus motivaciones más profundas.

Con toda la visibilidad y empoderamiento que han tenido las víctimas en los últimos años, la sociedad colombiana no permanecerá pasiva si se producen secuestros y atentados terroristas en medio de la negociación. Por esta razón es preocupante la frase del Presidente que invita al pueblo colombiano a “la templanza, paciencia y fortaleza, ante posibles incrementos en los ataques de las Farc”.

Que las víctimas se sienten en la mesa de conversaciones blinda y legitima este proceso. Muchas de ellas, verdaderas gestoras de paz, purificadas en el dolor, están listas para acoger y ofrecer perdón, en nombre de toda la sociedad. Queda pendiente la otra pregunta que debe formularse al iniciar este proceso: ¿están las Farc listas para pedir perdón a sus víctimas y mostrar propósito de enmienda?