Diego Arango* | El Nuevo Siglo
Jueves, 26 de Marzo de 2015

MANTO DE DUDA

Juicio a la Corte

A  raíz de los graves hechos que han salido a la luz pública donde se involucra a los magistrados de la Corte Constitucional en situaciones de corrupción, tanto a los altos jueces de la República en ejercicio como a  los que fueron, pero que ahora litigan como apoderados de empresas o personas que tienen casos con las altas cortes. Se ha generado en el país un tremendo manto de duda sobre la idoneidad moral de los magistrados, quienes son los encargados de resolver situaciones de suma importancia para la vida nacional como también repercusiones en el orden económico que afectan los intereses del Estado o de los particulares.

Ante una demanda interpuesta en el Consejo de Estado, la Corte Suprema de Justicia o la Corte Constitucional, instituciones encargadas de conocer y fallar en última instancia los negocios, está la suerte de muchas personas, asimismo capitales que se forman o se pierden a consecuencia del fallo. Ningún ciudadano ni persona jurídica sea particular o del Estado puede dudar de dicho fallo y está obligado a cumplirlo, es el deber ser. Pero con este escándalo destapado, los medios de comunicación le han metido mano sin temor buceando en lo más profundo de las actividades y patrimonios de los altos magistrados, encontrando resultados sorprendentes. Enormes patrimonios, magistrados salientes que terminan asesorando o trabajando ellos o sus parientes en las empresas que tienen asuntos que son o fueron de su conocimiento y en algunos casos de sus actuaciones. Cobrando enormes honorarios y repartiendo dinero con quienes fueron sus compañeros de sala. Dicen los investigadores que las demandas de alto calibre económico son muy apetecidas por ellos y que cuando alguna se presenta se pelean por obtenerla. Es todo un mercado. Esta situación parece ser generalizada en la justicia, desde los más altos tribunales hasta la justicia básica, pues para dónde va vicente, para dónde va la gente. Es el sentir en la justicia, lo que hagan  los de arriba lo harán los de abajo, es un proceder casi matemático. Desde luego que hay excepciones, jueces y magistrados probos que no están en eso, que no se venden y que sí administran honestamente la justicia, pero esto debería ser la generalidad y no la excepción.

La justicia colombiana tocó fondo, se enrareció y dejó de ser transparente y eso es muy grave para la salud social y la paz del país. Si se pierde la confianza en la justicia todo está perdido, pues cuántas cosas dependen de un fallo, vidas, capitales, tradiciones y hasta modelos sociales, por ejemplo, situaciones como el aborto, la eutanasia, el matrimonio de parejas del mismo sexo, un referéndum y tantos asuntos que cambian la forma de ver, percibir y vivir la vida.

Un magistrado debe ser una persona con un altísimo deber moral, con una ética sólida, puesta a toda prueba, incorruptible pues su conciencia debe ser un faro que ilumine la nación. Los magistrados en Colombia son muy bien pagos, ellos ganan unos 24 millones de pesos mensuales y reciben buenas primas. Con estos ingresos en Colombia se puede vivir muy bien. Entonces qué razón asiste para dejarse llevar de la ambición y subyugar por el dinero. De verdad que es algo inconcebible la moral de nuestra justicia, razón por la cual hoy la Corte se encuentra en juicio de valor ante todo el país.

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*Presidente Canal Teleamiga Internacional

 

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