DIEGO ARANGO* | El Nuevo Siglo
Lunes, 10 de Septiembre de 2012

Ficción o realidad

 

Nada más quisiéramos que ese insensato, absurdo y criminal conflicto que vivimos desde hace muchos años se acabe. Es el anhelo nacional. No importa que esos bandidos que tanto daño le han hecho al país posen de congresistas, gobiernen departamentos o ciudades o se conviertan en embajadores con tal que no sigan delinquiendo más, matando colombianos y narcotraficando. La paz tiene un precio, y aunque la población nada tiene que ver en este conflicto, ha pagado el precio y ha puesto los muertos. Si se lograra un proceso de paz serio, firme y estable, Colombia sería un país maravilloso, el progreso afloraría y vendrá un nuevo país. Aquel con mayor crecimiento económico del continente, podríamos mejorar la infraestructura que lleva más de 50 años de atraso, avanzar en la educación, aprovechar el beneficio de la tierra y los minerales para todos los colombianos, el turismo en Colombia se desarrollaría en tal grado que seriamos el principal destino en Latinoamérica.

El presidente Santos aceptó que sí se adelantan unos preparativos de diálogo de paz en Cuba y que está dispuesto a seguir adelante siempre y cuando exista una verdadera voluntad de paz de las Farc. También manifestó que el Eln podría entrar al proceso. Se ha fijado como fecha el 5 de octubre en Oslo (Noruega) la iniciación de los diálogos. Desde luego que esta es una gran noticia para Colombia y el mundo, pero hay que recibirla con prudencia y realidad, que no se vaya a convertir en otra comedia más como las que se han tenido desde hace 30 años como los frustrados diálogos de Belisario Betancur, luego los de Tlaxcala (México), los medianamente exitosos de Barco y finalmente el fiasco del Caguán.

La guerrilla no es confiable, son gente que no tiene norte, pues años de selva, muerte, desolación y repudio de toda la sociedad colombiana han sido los resultados de su guerra. Desde que ellos ingresaron al negocio del narcotráfico, del secuestro y la extorsión sus ideales fueron desapareciendo.

Ojalá este Gobierno culmine esa esperanza nacional, que Dios ilumine al presidente Santos y que mueva el corazón de esa gente, que Colombia muy pronto pueda decir como en el Himno Nacional ¡oh gloria inmarcesible! ¡oh júbilo inmortal! ¡en surcos de dolores, el bien germina ya! ¡cesó la horrible noche, la libertad sublime derrama las auroras de su invencible luz. La humanidad entera, que entre cadenas gime, comprende las palabras, del que murió en la cruz!

www.diegoarango.com

*Presidente Canal Teleamiga Internacional