Diplomacia híbrida | El Nuevo Siglo
Martes, 16 de Mayo de 2017

“Farc renovaron sus lazos de unidad con la dictadura de Maduro”

 

El pasado 20 de abril, las Farc renovaron sus lazos de unidad con la dictadura de Nicolás Maduro.

Juraron amor eterno al régimen, se comprometieron plenamente con el despotismo y dieron a conocer las líneas maestras de su concepción de las relaciones internacionales.

Eso significa, por lo menos, cuatro cosas. Por una parte, comprometen de lleno en política exterior a cualquier coalición de la que ellas hagan parte durante la próxima campaña presidencial.

Por otra, asumen el liderazgo continental de todos aquellos actores no estatales que frente a la brutalidad represiva matizaban con cierto pudor sus consabidas inclinaciones ideológicas.

Tercero, adquieren el compromiso de promover los objetivos que persiguen las organizaciones armadas ilegales, como el Eln, que derivan de la dictadura chavista inconmensurables apoyos.

Y cuarto, quedan automáticamente vinculadas, tanto a nivel conceptual como decisional, a un modelo político que, basado en la persecución, la intimidación y el terror, será el mismo que ellas recomienden para Colombia cuando se hayan formalizado como "partido político".

En ese sentido, si llegan a hacer parte de la coalición oficialista, condicionarán por completo la agenda internacional de partidos como el Liberal y el de La U, al tiempo que contaminarán de pies a cabeza la candorosa idea de "garantizar la continuidad de los acuerdos".

Y si siguen dialogando con el Eln en Cuba, los acuerdos que perfeccionen con ellos no pueden ser otros que los de una alianza revolucionaria enfocada en el uso de la fuerza contra los ciudadanos y la propagación del bolivarianismo letal.

Se trata, pues, de una plataforma de diplomacia híbrida que, inspirada en la violencia propia del marxismo-leninismo y en el método de actuar como un Estado dentro del Estado, aglutinará a organizaciones populares legales e ilegales, así como a partidos políticos blandos (que apoyan veladamente a las dictaduras) y partidos recios (los que sostienen al stalinismo en el área).

En pocas palabras, y de cara a las elecciones presidenciales del 2018, ¿qué podría esperar un votante de aquella coalición integrada por las Farc, que no sea opresión, movilización forzosa y violencia tácita o expresa?

Y a nivel internacional, ¿qué podrían esperar de semejante coalición las verdaderas democracias de la región como no sea hostilidad, desafío y permanente pendencia?