“Donde nadie roba, la plata alcanza” es una de las frases preferidas del santandereano Rodolfo Hernández, quien disputará la presidencia de Colombia con el comunista Gustavo Petro.
En corto tiempo, este millonario colombiano “hecho a puro pulso”, con ingeniosos esquemas de financiación para vivienda popular, ascendió en la votación y logró colocarse en la segunda posición de esta contienda electoral, con altas posibilidades para ganar; pues, es claro que el comunista ya llegó a su tope, al contrario de Hernández, que tiene amplias y reales posibilidades de aumentar sus votos.
A los colombianos les ha gustado su lenguaje descomplicado, él expresa cosas que todos pensamos como: “la corrupción es el mayor impuesto que nos toca pagar a todos los colombianos”; creo que todo el que paga impuestos piensa igual.
Rodolfo se define a sí mismo como “un ingeniero que quiere sacar a los ladrones del gobierno”. Eso suena muy bien, porque los escándalos de corrupción de las últimas décadas en Colombia son cada vez más grandes, más atrevidos y quedan más impunes, con cada año que pasa.
A este hombre le secuestraron y le desaparecieron su hija; por eso entiende cuanto dolor han traído los grupos narcotraficantes y otros criminales al país, él lo ha sentido en carne propia; sin embargo, no habla con odio y cree en la paz.
Debemos estudiar sus sencillas propuestas como bajar el IVA, algo indispensable para combatir el hambre que agobia a un alto número de colombianos; cobertura universitaria del 100%, algo imprescindible para obtener igualdad de oportunidades para todos, mejora de la vivienda y la salud, reforma a la justicia y un ataque frontal a la burocracia inoperante.
Es un discurso que suena quizá demasiado simplista, pero el pueblo lo entiende y sus propuestas se han logrado realizar en otros países.
Hernández dio la sorpresa de sobrepasar en votos a Federico Gutiérrez, un antioqueño, excelente alcalde de Medellín, con mucha madera para ser Presidente. En política así son las cosas, ocasionalmente un “novato”, en este caso un novato político de 77 años, se separa del montón y gana el debate.
A veces se crea una empatía, casi inexplicable, entre un candidato poco conocido y el pueblo; es carisma, dicen unos, otros dicen que tiene ángel. Yo creo que el ciudadano común se ve reflejado en Hernández, se identifica con su pensamiento sin necesidad de ser un economista, académico o un científico para entenderlas, como sucede con las propuestas del comunista.
El santandereano, enamoró al pueblo con su actitud campechana, es francote y muy descomplicado. Eso gusta y lo hace ver muy auténtico.
Es claro que este voto es un fuerte rechazo a la clase política tradicional y al exguerrillero comunista que lleva años inventando escenarios demagógicos con nombres “maravillosos” que lo lleven a la victoria política: “La Bogotá Humana” que fue un fracaso y nada tuvo de humana, el “Pacto Histórico” que es más de lo mismo, “pura carreta”, con otro nombre y más de sus odios y mentiras que ya aburren.
Me hubiera gustado Fico como presidente, pero será muy interesante ver como Hernández, tan lleno de energía e ideas, logra acabar con la corrupción y el hambre en Colombia, sin desarrollar una vendetta de odios al estilo comunista.