EDUARDO VARGAS MONTENEGRO | El Nuevo Siglo
Domingo, 11 de Marzo de 2012

Confiar y saltar al vacío

El universo cambia, el mundo se transforma, la renovación es inevitable.  Esta constante evidente se ha convertido, tristemente, en una de esas frases de cajón que en nada contribuyen a que seamos mejores seres humanos. Sin embargo, si nos la tomásemos en serio, podríamos ser parte del cambio de manera consciente…  en cualquier caso, si no cambiamos, nos cambian. 

Si hiciéramos un inventario de aquellas cosas que necesitamos soltar para tener una vida más armónica nos podríamos sorprender por la extensión de la lista. También son muchas las actitudes que nos han permitido estar en el lugar que hoy ocupamos y que antes de cambiarlas habríamos de fortalecer. Pero no estamos tan evolucionados como especie para creer que no hay nada para cambiar. En cualquier caso, sean muchas o pocas las situaciones que identifiquemos como modificables, si nos atreviéramos a saltar al vacío serían muchos los aprendizajes que podríamos tener.

Lanzarse a lo desconocido no es fácil: se nos alborotan los miedos, podemos entrar en pánico, paralizarnos. Pero si queremos avanzar en la vida, evolucionar como seres humanos, necesitamos hacer cosas diferentes a las que hemos venido haciendo; de lo contrario, la tendencia sería obtener los mismos resultados, que a lo mejor no nos satisfacen tanto.

Esa es la magia de lo nuevo, el plantearnos escenarios que desde nuestras confortables vidas ni siquiera contemplaríamos. Sólo hay un requisito para poder saltar al vacío: confiar.  ¿En qué o en quién? La respuesta a las preguntas fundamentales de la vida está en el interior de cada quien. En nuestro maestro interior podemos depositar la confianza, pero ello va a ser casi imposible si no creemos en la existencia de algo más grande que nosotros mismos, llamémosle Dios, Alá, Energía Suprema, Luz Mayor, Primera Fuente o Sué.

He verificado a lo largo de los años que quienes no creen en sí mismos, en su dios interior, difícilmente sanan sus emociones y transforman sus vidas. Quienes no tienen confianza en sí mismos, fe en la vida, en el universo, no avanzan. Por el contrario, quienes tienen una experiencia viva de fe, transforman sus vidas positivamente, generando milagros para sí mismos. Desde la confianza saltaron al vacío y soltaron emociones y creencias que ya no necesitaban. ¿Fácil? No, definitivamente.  Posible sí, desde la conexión interior.

Deshacernos de lo viejo no es sencillo, pues sentimos la nostalgia de los apegos. Pero si con todo y miedo nos atrevemos a dejar ir lo que ya cumplió su ciclo -una relación de pareja, un trabajo o un duelo-, nos daríamos cuenta de que la vida no terminó, sino que simplemente adquirió una nueva luz. Podríamos desarrollar nuestro potencial, en formas jamás imaginadas.