Eduardo Vargas Montenegro, PhD | El Nuevo Siglo
Viernes, 29 de Mayo de 2015

ESENCIA

Ciencia, fragmentación, amor (II)

Son  cada vez más los científicos que nos revelan que el amor ha sido y es parte fundamental del desarrollo de la humanidad. El neurobiólogo Gerald Hüther nos lo plantea en un libro con un título muy provocador, casi rebelde: La evolución del amor. Lo que Darwin ya sospechaba y los darwinistas se niegan a aceptar. Sí, desde el darwinismo puro nos han contado que las especies luchan constantemente, no solo para sobrevivir sino para evolucionar, lo que por supuesto aplicó a los seres humanos, que -desde el darwinismo social- requieren competir entre sí para que los más aptos evolucionen y haya progreso. Así terminó legitimándose la selección natural humana, reflejada en el colonialismo, los diferentes tipos de explotación del más fuerte sobre el más débil, las guerras, la esclavitud y la competencia. Fuimos fragmentados como humanidad, pues solo los poderosos pueden sobrevivir.

Hüther plantea que Darwin intuía la existencia de otra fuerza que morigeraría la selección natural y facilitaría el encuentro y fusión de las formas de vida. Por ello escribió sobre la selección sexual y sobre cómo las hembras son las que generalmente escogen a su pareja, algo inconcebible en un mundo machista, que terminó enterrando esta parte de la teoría. Triunfó la fragmentación y se desdeñó la cohesión, esa que ahora estamos comprendiendo gracias a las ciencias emergentes. Como afirmó el profesor Hüther al diario ABC de Madrid, “es un ejemplo que demuestra que el conocimiento científico lo utiliza la sociedad de manera selectiva, y lo que no encaja en los modelos imperantes simplemente se obvia. Eso no ha cambiado mucho desde entonces”. Lo que evidenciamos en la cotidianidad, donde en realidad ocurre la vida, es que el modelo de fragmentación y guerra se perpetúa en frases como “lucha por lo que quieres”, para lo cual es preciso dejar contendores regados por el camino, y entre más mejor, para validar por completo el “triunfo”.

Por fortuna, el amor ha encontrado otras voces en las ciencias emergentes. Lo plantea David Bohm de manera magistral en La totalidad y el orden implicado, cuando nos habla desde la física cuántica y la filosofía de un orden que subyace a todo lo que existe, que en últimas es la consciencia, el amor. Lo hacen también Karl Pribram desde su modelo holográfico, Riane Eisler desde la antropología y la sociología holísticas, Ken Wilber desde la psicología integral… Nos estamos dando cuenta de que no estamos fragmentados, que el amor como fuerza nos une y nos permite seguir evolucionando. Sería iluso creer que el cambio de consciencia será rápido, pues los intereses de guerreristas son poderosos; pero lo es más creer que seguir fragmentados es la salida.

@edoxvargas