Eduardo Vargas Montenegro, PhD | El Nuevo Siglo
Jueves, 11 de Diciembre de 2014

DERECHOS Y DEBERES

Poder desde la esencia

Se  vende fácil, en una época en la que el confort es la norma, eso de que se puede lograr todo lo que se quiere. Conjugar el verbo querer, en presente y en imperativo, es tema común en muchos procesos de desarrollo, tanto personal como organizacional, pues desde que se inició la carrera espacial la humanidad parece no conocer límites. Perder es un verbo que aterra, casi tanto como el verbo morir. Los habremos de conjugar en primera persona, más tarde que temprano.

Se ha vuelto una neurosis colectiva hacer lo que sea para alcanzar eso que queremos, a lo que implícitamente se cree tener derecho. Y creo que se confunde el derecho que todos los seres humanos tenemos a la auto-realización con el anhelo egoico -por ende insaciable, ambicioso, arrogante- de tener cada vez más, sencillamente porque se quiere y porque no hay nada ni nadie que lo impida. Indudablemente, a los discursos de los derechos, fundamentales ellos, les han hecho falta otros discursos paralelos sobre los deberes. En algún momento habremos de balancear esos pesos y encontrar el justo medio.

Esas frases del tipo “tú todo lo puedes”, tan manidas por doquier, olvidan conjugar otro verbo: necesitar. Y lo olvidan deliberadamente, pues es más mercantil la idea de ser todopoderosos a la de mirarse hacia adentro y, en un proceso consciente, reflexionar sobre qué es lo mejor para que cada ser humano cumpla la misión existencial a la que está llamado. Me parece que ese debería ser el principio: reconocer para qué estamos aquí, indagar constantemente qué vinimos a hacer, qué requerimos aprender, para desde esas respuestas genuinas identificar eso que necesitamos. Y conseguirlo, pues es nuestro derecho y para ello se nos otorgó poder. Cuando estamos conectados con nuestra esencia, lo que se necesita resulta ser lo que se quiere. El proceso es sano cuando se hace desde adentro hacia afuera.

Ligado al necesitar está el corresponder: ¿corresponde eso que quiero? Cuando no se da lo que queremos e irrumpen la rabia, el dolor o el miedo, o todos ellos juntos, nos cuesta trabajo reconocer que si no se dio era porque no correspondía, o no al menos en ese momento. La inmediatez también nos domina, nos hace trampa. No se trata, para nada, de ser conformistas con la vida, asumir que el destino ya está marcado y estamos condenados a cumplirlo. Creo que podemos ser verdaderos protagonistas de nuestra existencia y tenemos el derecho y el deber de transformarnos. Si empezamos por lo que necesitamos, seguimos con lo que corresponde y finalizamos con lo que se quiere, usaremos sanamente nuestro poder y la vida fluirá mejor.  La propia y la ajena.

@edoxvargas