Los estudiantes en Colombia se gradúan del colegio sin una comprensión sobre cómo manejar su dinero, y sin conocimientos básicos sobre economía. Esto se traduce en adultos que luchan con el manejo de deudas, ahorros insuficientes y una clara falta de planificación, así como con preocupaciones y angustias.
La falta de conocimiento financiero tiene consecuencias graves y duraderas, afectando la capacidad de las personas para tomar decisiones informadas sobre sus ingresos, ahorros, gastos, inversiones y deudas. Lo que muchas veces afecta su salud emocional y niveles de estrés.
La educación financiera es una habilidad esencial que debería enseñarse desde las etapas más tempranas de la educación, de manera obligatoria, en todas las instituciones en el país. Al incorporar la educación financiera en el currículo escolar se obtienen amplios beneficios. Los estudiantes aprenderán a tomar decisiones basadas en información, a entender conceptos como intereses, préstamos y ahorros, a apreciar el valor del dinero y la importancia de la planificación a largo plazo.
La educación financiera prepara a los estudiantes para enfrentar desafíos económicos que encontrarán al ingresar al mundo laboral y de la generación de ingresos, como la administración de salarios, impuestos, gastos cotidianos, de la proyección de su pensión y de la seguridad social en general. De igual manera, es fundamental incluir en la formación de estudiantes, conceptos básicos de economía, planificación y presupuesto, inversión, deuda y consumo responsable.
La democratización de estos conceptos a los estudiantes no solo los prepara para manejar su dinero, sino que tiene un impacto profundo en el ejercicio de la libertad económica y su robustez en el país. Al entender y manejar sus finanzas, pueden tomar decisiones informadas que les permitan vivir de manera independiente y sin la constante preocupación por deudas. De igual manera, la habilidad de ahorrar e invertir con conocimiento, impulsa oportunidades para el emprendimiento y la movilidad económica.
Personas financieramente capacitadas seguramente podrán crear y potencializar negocios, lo que a su vez genera empleo y promueve el desarrollo económico. Los ciudadanos informados son capaces de cuestionar las decisiones económicas populistas y reclamar responsabilidad fiscal, lo que promueve una democracia más consolidada. La población educada financieramente, será menos susceptible a ser manipulada con promesas vacías.
Enseñar finanzas personales desde el colegio es una inversión en el futuro de los jóvenes y en la estabilidad económica de la sociedad en general. A través de una educación financiera adecuada, podemos empoderar a los estudiantes para que tomen decisiones libres, informadas, desarrollen hábitos financieros saludables y enfrenten el futuro con mayor confianza. La integración de la educación financiera en la malla curricular, no solo beneficiará a los individuos, sino que también fortalecerá la economía en su conjunto.
La libertad económica es esencial para la libertad personal y para la prosperidad de las comunidades. La capacidad de los jóvenes para emprender, ahorrar, invertir y gastar según sus necesidades y preferencias promueve su autonomía y empoderamiento.
Esto no solo mejora su calidad de vida y bienestar general, sino que también fortalece la democracia al reducir la dependencia de subsidios del Estado y promoverá una mayor responsabilidad individual.
Implementar educación financiera en las escuelas no solo prepara a los jóvenes para una vida económica más estable, sino que cultiva su autonomía y libertad personal. Al enseñar principios financieros desde una edad temprana y desarrollar habilidades prácticas, se establecen bases sólidas para una ciudadanía activa que valora su independencia económica, contribuyendo así, al desarrollo de una sociedad más próspera y productiva.