Con la gran encuesta de Invamer empezó la carrera por la Presidencia de Colombia 2018 – 2022. El favoritismo de Germán Vargas Lleras no sorprende. Pero, que les gane lejos a todos los contendores, en las dos vueltas, lo convierten en el adalid a vencer… o con quien aliarse. Su exitosa gestión oficial lo ha posicionado como futuro jefe de Estado. Con su conocida impaciencia, ha visitado múltiples regiones y se ha reunido con dirigentes de todas las tendencias. Sabe que sus adversarios tienen poder e influencias suficientes como para ponerle obstáculos en el camino. Por eso, sigue remando, con el ahínco de siempre, a la conquista de su destino.
Cuenta, Vargas Lleras, con la oposición de la U y del Partido Liberal, fuerzas políticas que, a pesar de su importancia, no han colocado candidato alguno en el pelotón principal. Humberto De la Calle, reconocido hombre de Estado, es hoy la mejor opción para agitar la bandera roja muy deslustrada desde las oquedades del 8000. Por cierto, las declaraciones dadas por de la Calle a El Tiempo (Nov.21.2017) revelan una intolerancia, hasta ahora, bien escondida. Desapareció, de pronto, la serenidad del dialéctico de verbo docto e inteligente. A lo mejor se alteró al conocer la encuesta de Invamer. Aun así, a los otros aspirantes liberales, J.M. Galán, Velasco y Cristo, les quedará cuesta arriba desbancar al negociador del acuerdo de paz.
Por los lados de la U, se anima Pinzón, quien figura en la cola de la competencia. De buen desempeño en el Ministerio de Defensa y en la Embajada de Washington, aún permanece en la penumbra. Ecos de la casa de Nariño susurran que viene como fórmula de Vargas Lleras. Aquí, es oportuno recordar que hubo ofrecimiento a Simón Gaviria, quien no se resigna a desaparecer del tinglado. Harvard, es apenas un pretexto para salir de la órbita de Santos, quien le negó el Ministerio de Hacienda.
Podría decirse que tal ensamble se contradice con la enemistad antes señalada. Pero, para los posibilistas, las circunstancias determinan el comportamiento. Y esto, apenas comienza.
Ahora bien, Petro es segundo en la encuesta pero lejos de la camiseta amarilla. Se la jugó en la Alcaldía de Bogotá con un despotismo populista y desordenado, donde primó la inexperiencia con sombras de venalidad nepótica. Tiene un nicho que le permite jugar en las definiciones de una izquierda atomizada, pero con ganas de ser alternativa. Cuenta con líderes moderados como Navarro Wolf o puede virar hacia el centro indefinido de Fajardo quien, en el escenario revuelto de la corrupción, donde se gesta la antipolítica, tiene una imagen de conductor limpio y probado.
En esas toldas también apostará Clara López. A pesar de su muy opaco Ministerio, dobla a Robledo en el pulso del Polo, grupo que se encoje entre el dogmatismo rotundo del brillante Senador y el burocratismo de la ex ministra. Registra, Clara, respaldo ciudadano en Bogotá, sobre todo en la oligarquía rola que se permite esos divertimentos con la “izquierda caviar” de uno de los suyos.
Lo que se debe descartar es el gobierno de transición solicitado oficialmente por Timochenko. La derecha inconfesa, que anida en el alma del liberalismo y de la U, no le jala a tamaño riesgo para su propia subsistencia.
En la zona media esta Claudia López, cuyo acenso inicial se ha visto frenado por el abuso del insulto, por sus incontroladas reacciones y por sus confusas propuestas. Sin embargo, será ficha clave en el armazón de las alternativas.
(Los casos particularísimos del Centro Democrático y del Partido Conservador se analizaran en próxima columna)