TODOS conocemos una familia, papá, mamá e hijitos que tiene mucho afán de salir adelante y de conquistar peldaños en lo social y lo económico. Dirían los vecinos, se las dan de mucho “café con leche” y véalos “comiendo pollo y eructando pavo”. Lo anterior pasa en cualquier esquina de Colombia en donde, familias sin tener con qué, pero por guardar las apariencias se auto engañan con préstamos para viajar, comprar cosas y tener un estilo de vida que les haga sentirse valiosos. A veces el papá, sin ser un gran trabajador aparenta ser lo que no es, se ufana de su vida delante de sus amigos y éstos saben que la mujer le pone los cachos, que los niños pierden las materias en el colegio y que las cosas no funcionan tan bien como pretender hacerlo creer.
A veces es la mamá quien habla a las amigas del viaje de vacaciones, del último regalo que recibió, de los zapatos que se compró, y cuando se retiran las amigas se quedan murmurando de la mala relación de esa pareja de esposos, de las deudas que tienen con fulanito y menganito y de lo pretensiosos que son sus comentarios.
Y los niños de esa familia, aprendiendo del ejemplo de sus padres, en el colegio se las dan de lo que no son y evidencian con su comportamiento las carencias afectivas y las físicas, con todos los comportamientos que tienen los niños que crecen en familias que dicen mentiras.
Sí, todos conocemos una familia así. Y conocemos también el desenlace con el pasar de los años. Las deudas se vuelven impagables, pierden lo poquito que tenían, los embargan en algún momento, se descubren las infidelidades, los maltratos familiares y las consecuencias de todas esas mentiras.
La semana pasada, el Gobierno nacional a través de sus acostumbrados hashtags en redes sociales (con los que cree que se gobierna y comunica #ColombiaEnLaOCDE #LoLogramosEstamosEnLa OCDE #GraciasSantosSomosOCDE) puso a rodar la noticia del ingreso de Colombia a la OCDE. Ese club de 34 países miembros que se agruparon para tener entre sí un mejor desarrollo económico porque tienen prácticas de producción y comercialización modernas, justas y respetuosas con el medio ambiente, los trabajadores, reglas de juego claras institucionales, políticas y judiciales. Ingresar a esta organización fue una obsesión de este gobierno.
La semana pasada también con otro hashtag en redes #ColombiaEnLaOtan #GraciasPresidente se celebró que Colombia ingresó como socio global de la OTAN para desarrollar áreas de interés mutuo como desafíos de seguridad y militares. Se pregunta uno si Colombia jugará a ser parte de los países lejanos del Atlántico Norte, o a hacer de escoltas de ellos. Sí, muy importantes los clubes a los que entramos. Por otro lado, al final de la semana pasó desapercibida en el gobierno una noticia que también nos incluye en un selecto grupo de países. No tan elegantes como los otros sino más bien del estilo de Siria, Sudán del Sur, Somalia y República Centroafricana, en donde al igual que en Colombia se descuartizan, violan y maltratan a los niños y niñas. Según Save The Children somos el segundo país del mundo más peligroso para ser niño.
El gobierno guardó silencio. No sirve de nada andar aparentando entre alfombras rojas, cuando la realidad social demuestra que los más necesitados son los menos atendidos, entre otras cosas porque los responsables que se pasean entre esas alfombras han permitido que se ferien los recursos de los niños al estilo fatal de estos últimos países, a los que pretendemos no parecernos, pero a quienes en crueldad les ganamos.
Sí, a Colombia le pasa lo de la familia de marras. Ya veremos en qué terminamos después de aparentar lo que todos sabemos que no somos.