Este 12 de enero se cumplieron cien años de la primera Asamblea de la Liga Costeña, hito este de la mayor importancia de la incesante y persistente lucha de las regiones en Colombia por recobrar la autonomía perdida luego que Rafael Núñez declarara que "la Constitución de Rionegro (1863) ha dejado de existir, sus páginas manchadas han sido quemadas en las llamas de la Humareda”, refiriéndose a la batalla en la que sus huestes derrotaron al radicalismo liberal, para darle paso a la Constitución de 1886, que introdujo la fórmula dicotómica de la centralización política y la descentralización administrativa, que en la práctica tiene más de centralización que de descentralización.
La Región Caribe no fue ajena a las tensiones entre las tendencias centralistas y federalistas del siglo XIX; por el contrario, aunque con alguna intermitencia, históricamente, la lucha en pos de la integración y la autonomía regional ha sido la constante. El año 1874 se constituyó en uno de los primeros hitos de esta larga marcha; en respuesta a la discriminación y el ninguneo del que era objeto la región Caribe y su dirigencia por parte del gobierno central, se constituyó por aquellas calendas la Sociedad de Representantes Costeños por parte de un grupo de 16 congresistas de los estados de Bolívar, Magdalena y Panamá.
Este 12 de enero es memorable, pues en esta fecha justamente se cumplen 100 años desde que el ex ministro de Hacienda, Tomás Suri Salcedo, instaló en Barranquilla la asamblea constitutiva de la Liga Costeña. La iniciativa de crearla partió de los periódicos de la región y fue secundada por connotados dirigentes políticos, cívicos y gremiales del Magdalena grande, de la Sabana de Bolívar y el Atlántico, que vieron en ella la más fiel expresión del descontento y la inconformidad crecientes en la región, producto del agobiante centralismo.
Inspirados en este antecedente, se retomó la bandera de la autonomía lográndose la expedición dela Ley 76 de 1985 a través de la cual se crearon las regiones de planificación regional (CORPES) y posteriormente la Constituyente de 1991 abrió la posibilidad de que las regiones se pudieran constituir como entidades territoriales. Pero casi 28 años después no sólo no se ha concretado dicha autonomía territorial, que sigue como letra muerta en la Carta.
Con la aprobación por parte del Congreso de la República, después de muchos idas y venidas, vueltas y revueltas, del proyecto de Ley de fortalecimiento de las RAP, que está para sanción presidencial, se da un paso en la dirección correcta, ya que además de contribuir a su consolidación allana el camino para que las mismas puedan hacer su tránsito para constituirse como entidades territoriales (RET), que es el verdadero puerto de destino. Se está a la espera de su pronta sanción para que entre en vigencia, para que las regiones dejen de ser alfil sin albedrío del agobiante centralismo.
*Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de Historia
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