El dislate de Trump | El Nuevo Siglo
Martes, 18 de Abril de 2017

La noticia de la elección de Donald Trump como Presidente de los EEUU, justo el día siguiente de instalada la 22ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 22), cayó como una ducha de agua fría. Y no era para menos, con su elección se había dado un cambio extremo en la gran potencia del Norte, sobre todo en el abordaje del dramático cambio climático al que tanto pánico le tiene la comunidad internacional, a contrapelo de lo que piensa el nuevo inquilino de la Casa blanca. Para el señor Trump, “el cambio climático es un invento que pretende proteger la naciente industria china, perjudicando la industria americana. Este fenómeno no está demostrado y no tiene un sustento real”. De allí su historieta del Cambio climático como un “cuento chino”, como una “patraña”.

Acostumbrados como estamos a que los candidatos hacen campaña en poesía y gobiernan en prosa, se creía que las declaraciones de Trump eran tan sólo baladronadas para conquistar incautos, pero no, los pasos que ha dado desde el primer día de su mandato en esta  materia han sido decepcionantes para quienes se hacían la ilusión de que Trump sentaría cabeza. En efecto, para la Agencia de Protección Ambiental de EEUU, la llegada de Trump fue como si irrumpiera un elefante en una cristalería. Para él “por demasiado tiempo la Agencia ha gastado dinero de los contribuyentes en políticas anti-energía que están fuera de control y que destruyeron millones de puestos de trabajo, mientras afecta a nuestros granjeros, negocios e industrias”.

Procedió, entonces, a designar a Scott Pruitt, aliado incondicional de la industria petrolera, radical entre los radicales del escepticismo con respecto al cambio climático, como Jefe de la EPA. Sus antecedentes lo delatan: no sólo lideró una conjura de procuradores estatales para tumbar en las cortes las medidas regulatorias tomadas por Obama en procura de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero limitando el uso del carbón y los derivados del crudo e incentivando el uso de las energías renovables y limpias, sino que adelantó procesos contra la propia agencia que ahora dirige, aduciendo que la EPA era demasiado “activista”.

Para que no quedara duda sobre su concepción Pruitt, ya como Director en funciones de la EPA, manifestó, contra todas las evidencias, que “no estoy de acuerdo en que (la actividad humana) sea un contribuyente primario al calentamiento global que vemos”, al tiempo que cuestionó el hecho de que se le asignara a la EPA la regulación de las emisiones de GEI. En palabras de Trump, Pruitt “revertirá esa tendencia y restaurará la misión esencial de la Agencia de mantener nuestro aire y nuestra agua limpios y seguros”, cuando ya no están ni limpios ni seguros. De hecho, se apresuró a levantar la exigencia de la EPA a las compañías que extraen el carbón y el petróleo de reportarle sus emisiones del gas metano.

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*Exdirector de la Federación Nacional de Departamentos