“Rey Mohammed VI con grandes planes sectoriales”
Desde hace una década he venido escribiendo sobre la necesidad de que Colombia también mire a África y, más de cerca a un vecino próximo, Marruecos. Hace unos pocos días, el rey Mohammed VI cumplió 20 años en el trono y, además se están conmemorando los 40 años de las relaciones colombo-marroquíes.
Apenas el martes anterior en Tetuán, el monarca decidió crear una comisión especial para el modelo de desarrollo que será instalada al comienzo de su próxima legislatura, con el propósito de abarcar las distintas ramas de la sabiduría y tendencias intelectuales, que conforman las competencias nacionales del sector público y privado y contrarrestar las disparidades sociales y espaciales en su territorio, con el propósito de sincronizar con la sensibilidad de la sociedad y con sus expectativas, teniendo presente los intereses supremos de la Nación.
La similitud de esa Comisión Real con la Comisión de Sabios de Colombia es innegable, a lo cual habrá que sumarle el estudio de otros temas, como la reducción de impuestos, la reducción de la burocracia, un salario mínimo diferenciado, las garantías jurídicas a la inversión y ventajas para la competitividad, como lo ha señalado recientemente el rector de la Universidad La Gran Colombia, Santiago Castro Agudelo.
Es por eso que países hermanos como Marruecos y Colombia, deben tomar en consideración las grandes metas, el adoptar ajustes en sectores como la enseñanza, la sanidad, la agricultura, la inversión y el sistema tributario, con el objetivo de aportarles calidad y mejorar su eficacia, aunque las soluciones sean difíciles y costosas.
Así como el Rey invitó al Gobierno a preparar una nueva generación de grandes planes sectoriales, basados en la complementariedad y armonía, a fin de que constituyan un pilar de la nueva configuración del modelo de desarrollo, Iván Duque debe tomar las riendas del país con más fuerza en los tres años que le quedan a su gobierno.
La mayor ambición de Mohammed VI radica en que Marruecos se incorpore al tren de los países avanzados y Colombia no puede quedarse atrás, siempre que en uno y otro país se fomente la consolidación de la confianza recíproca entre los ciudadanos, y entre éstos y las instituciones nacionales que les unen, confiados en un futuro mejor. En Marruecos, la preocupación radica en la necesidad de mejorar la calidad y el rendimiento de las prestaciones y servicios, perfeccionando el nivel de formación y ofreciendo mayores oportunidades de empleo, última que también es una situación que en Colombia genera gran incertidumbre.
En el reino africano, la realización de tal objetivo queda igualmente supeditado a la mejora de la eficiencia institucional y al cambio de las mentalidades de los responsables, pues el sector público necesita urgentemente una verdadera revolución tridimensional que consistiría en una revolución para la simplificación, una revolución para la eficacia y una revolución para la moralización.
La relación de Marruecos con la Argelia, similar a la de Colombia con Venezuela, llevó al soberano a decir que “Esta conciencia y fe en la unidad y en el destino común, así como en el patrimonio histórico y civilizatorio que compartimos, es lo que nos anima, con esperanza y optimismo, a obrar por realizar las aspiraciones de nuestros pueblos hermanos de alcanzar la unidad, la complementariedad y la integración”, una frase que bien cabe de Duque hacia Venezuela, a dos días de nuestro Bicentenario.