Faltan pocos días para que se termine el año y en los medios de comunicación empezamos a ver diferentes listas sobre lo mejor y lo peor del 2021. De los rankings más atractivos y comunes alrededor del mundo está la lista de las y los más poderosos del ciclo que se termina. Pues en este espacio no nos quedaremos atrás y por eso hoy quiero postular como el personaje más poderoso del año al contralor general de la nación: Felipe Córdoba Larrarte.
Desde que llegó a su cargo, Córdoba ha tenido un gran apoyo de los congresistas, no se puede olvidar que salió elegido en el Senado con 203 votos de 251 posibles. Esto obedeció a que es un hombre muy audaz en las relaciones publicas y políticas, por lo que, en su anterior cargo como director de la Federación Nacional de Departamentos, pensando en sus aspiraciones futuras, estrechó relaciones con los legisladores para salir elegido.
Córdoba tenía experiencia en el control fiscal, había estado como vicecontralor en la administración de Sandra Morelli, quien lo nombró en el cargo después de haber recibido múltiples llamadas de políticos poderosos pidiéndole que lo pusiera en ese cargo. Gente cercana a la excontralora nos afirma que su nombramiento se dio por cuenta de esas presiones políticas y no porque ella realmente quisiera ponerlo ahí.
La cercanía con poderosos ha sido una de las estrategias que ha aplicado el joven funcionario para ensanchar su poder. Conocedor de la importancia de la burocracia para manejar influencia y devolverle el favor a quiénes lo han ayudado, logró que el gobierno de Iván Duque y el Congreso le aprobarán en el 2019 una reforma que aumentó el número de puestos y presupuesto de la entidad. Esa nueva maquinaria le ha dado la posibilidad de influir en todas las ramas del poder.
La influencia que ha logrado Córdoba está enquistada especialmente en el Consejo de Estado, en donde varios de sus miembros tienen familiares y allegados trabajando en el ente de control. Esa enorme influencia hizo que varios de los candidatos a ser magistrado de la Corte Constitucional que querían ser ternados por el Consejo de Estado, tuvieran que ir a hacer lobby a su oficina, pues era conocido que sin la bendición de Córdoba eran pocas las posibilidades de llegar.
Pero los tentáculos de Córdoba no se acaban en las altas Cortes, también están llegando a la campaña presidencial. Eso lo demuestra la enorme pelea que tiene con el candidato Sergio Fajardo, quien lo acusa de ser una ficha política que podría estar obedeciendo a Cesar Gaviria y por eso inició una batalla jurídica en la Corte Interamericana de Derechos humanos.
Si se analiza el comportamiento del Contralor a lo largo de su carrera es evidente que siempre está pensando en su futuro político, actitud legítima, pues la carrera que le queda es larga. Por eso es difícil creer que sus actuaciones no estén orientadas por esas aspiraciones y para agradecer a esos padrinos políticos que en el futuro le serán claves. Esas ansias de crecimiento han hecho que mueva todo para ser el más poderoso dentro de los poderosos en el 2021.