El status de los agentes diplomáticos (embajadores, nuncios de la Santa Sede y otros funcionarios diplomáticos) está reglado por la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961, un tratado universal que, además, recoge derecho consuetudinario y es obligatorio para todos los estados y la Santa Sede.
Los agentes diplomáticos tienen como función representar al Estado acreditante ante el Estado receptor, proteger los intereses del Estado acreditante, negociar con el gobierno del receptor y fomentar las relaciones amistosas, económicas, culturales y científicas entre los dos Estados. Lo mismo se aplica mutatis mutandis a los nuncios apostólicos. Los nuncios tienen, además, importantes funciones en la relación entre la Santa Sede y las iglesias locales.
La Santa Sede, cuyo jefe es el Papa, no es un Estado. Pero es miembro de la comunidad internacional desde siempre y desde antes de que lo fueran la mayoría de los estados de hoy día. Mantiene relaciones diplomáticas con la mayoría de los estados, independientemente de su religión. El Estado de la Ciudad del Vaticano es un ente distinto que tiene acuerdos con Italia y algunas organizaciones internacionales.
Los nuncios son los agentes diplomáticos de la Santa Sede. Tienen las mismas obligaciones que los demás agentes, entre ellas la contemplada en el artículo 41 de la Convención: no inmiscuirse en los asuntos internos del Estado receptor.
El actual nuncio apostólico es monseñor Luis Mariano Montemayor, nacido en Argentina. Hace poco dio un par de entrevistas de las cuales cito algunos apartes: A una pregunta sobre su visita a ciertas regiones dijo que las Farc eran las que mandaban y agregó: “Y con ellas negociaban (las gentes) un statu quo que les permitía de alguna manera saber al menos a quién podían protestarle, ahora no. La gente no identifica quién tiene el poder, solo sabe que son muchos y que estos tienen luchas permanentes…Es una constatación. Hay ausencia del Estado en algunas zonas.”
Sobre la JEP: “Dejemos de torpedear, dejemos esta actitud de francotiradores contra el sistema de justicia transicional. ¿Por qué? Porque de algún modo hay que hacer justicia, y este mecanismo fue el que se eligió. Hubo una decisión de Estado... Ahora, hay que dejarlos actuar, dejar que muestren lo que valen y lo que pueden hacer… No vivir permanentemente buscando reformas constitucionales… son los Acuerdos, que gusten o no gusten, es lo que hay, fue lo que se negoció y tienen el aval de la comunidad internacional.” Sobre el Eln: “Es obligación del Estado y de la sociedad civil impedir que el débil sea explotado. Existe, aunque algunos lo nieguen, la violencia política, la solución política a través de la lucha armada. Con el Eln hay que negociar. Para ellos, como para las Farc, ha llegado el momento histórico, la lucha armada no tiene razón de ser… nosotros mantenemos contactos abiertos con el Eln, incluso por razones humanitarias.”
Sobre Cuba: “Era necesario comprender la posición de Cuba, comprender la posición de los países garantes y buscar una solución de las negociaciones en La Habana. Había que darle una mano a Cuba, que no merecía ser castigada, ya que estaba tratando de ayudar a Colombia, como ya lo había hecho con las Farc para salir del fracaso.” Sobre Venezuela: “hay ‘una diplomacia del micrófono’. Las dos partes se han dedicado a amenazarse… Además, el juego de pedir a las tropas venezolanas que deserten o que tomen partido por la oposición, o Maduro decir que apoya efectivamente a ‘Márquez’ o al Eln, y moviliza sus tropas, es un juego muy peligroso.”
¿Consejero político o intervención en política, monseñor?