La fe edifica a los hombres, a las mujeres y a la familia, se extiende en la sociedad y arroja resultados. Cualquier persona por importante o humilde que sea, si cree en algo, su devenir en la vida es más certero. Más aún en los gobernantes, que por su enorme responsabilidad, muchas veces no les queda tiempo para orar y ofrecer sus acciones y resultados a Dios.
Iván Duque, Presidente de Colombia es hombre de fe, nada fanático, persona moderada pero creyente, se postra frente a Dios, no teme hacerlo con esperanza y sinceridad, sin importarle las opiniones, pues no lo hace para exhibirse, sino porque se encomienda sinceramente al Señor. La oración es el escudo más importante en la persona humana, pues protege y genera confianza.
El Presidente Duque en compañía de su esposa Juliana y sus tres pequeños hijos fueron al Vaticano a visitar al Santo Papa Francisco, fue una reunión sencilla, amorosa, fraterna donde el Presidente con toda humildad fue a pedir sus oraciones para Colombia, su bendición como persona y extenderla a su familia y a todo el pueblo colombiano. Un acto de fe.
Dos personalidades, sencillas, cálidas y reposadas, pero tremendamente activas. Ambos desde sus responsabilidades trabajan por la unión, por el perdón, por la paz, pero con firmeza. El Papa Francisco es amplio, abierto y franco, aborda los temas difíciles con amor pero dentro de los límites de la tolerancia.
El Presidente Duque desde su ángulo, busca afanosamente la unidad del país, acabar con la polarización, los odios, rencores y pasiones que han sido un detonante de violencia y muerte de muchos colombianos.
Es edificante para nuestro país esta reunión, pues más allá de los protocolos oficiales fue el encuentro de dos almas buenas, que buscan y trabajan por el bien del mundo uno y el otro de su nación.
Gobernar con fe y oración produce buenas acciones, no se trata de puritanismo sino de convicción, más en estos tiempos donde la fe ha quedado en la puerta trasera de las vidas de los gobernantes y personajes poderosos, donde muchas veces sienten señalados al confesar abiertamente su confesión.
Esa Colombia creyente agradece ese gesto sincero del mandatario, alaba y ora por el gobernante para ser pilar y sostén del país. Un gobernante que ora y ofrece es confiable e inspira a las familias.
Yo creo que al final de su misión, el Presidente Duque habrá alcanzado su noble propósito de la unión. El Papa de alguna manera se ha convertido en garante de ese postulado, fue así el medallón que le obsequió al Presidente con una sentencia que lo dice todo: entregó a Duque un medallón que representa un árbol de olivo "con dos ramas que van uniendo lo que está separado", y cerró diciéndole: vas a ser "las manos" que solucionen "la veta tan dura" que dejó el conflicto.