El par de “sátrapas” | El Nuevo Siglo
Jueves, 19 de Diciembre de 2024

Los dictadores de países “más conocidos” parecen no tener mucho futuro en el mundo, con excepciones contadas, como Rusia, Corea del Norte, China, Cuba y Nicaragua, porque al de Venezuela lo veo rodando en zigzag y el antiguo conductor de buses -jamás de multitudes- parece estar llegando a su parada final y no creo que resista el primer año de Trump en el poder. Seguramente estará acabando de llenar sus alforjas de oro y petrodólares, para su traslado a Moscú o Teherán, donde podría llegar a disfrutar el resto de su miserable existencia.

Dejo en manos de otros más desprogramados que yo la tarea de investigar en qué momento de la historia y por qué circunstancias el término “sátrapa” pasó de identificar a un protector de una provincia persa para ser el título de un gobernante déspota y arbitrario pero, estoy seguro, esta nueva acepción seguirá vigente gracias a personajes como Maduro y el señor Bashar al-Ássad, tirano de Siria, que acaba de pasar a buen retiro, en la Rusia poscomunista, luego de clavarse 24 años en el poder; seguramente el par de excelsos “sátrapas” se dedicarán a “mascar” caviar con champagne y a rememorar los gloriosos tiempos de cuando se enriquecían personal y familiarmente mientras dejaban a sus pueblos revolcándose en la miseria y la desolación.

Pero no veo qué temas de alta envergadura intelectual podrían intercambiar - “socializar”, sí les cabría- al par de sujetos pues, por un lado, Nicolás, iletrado sindicalista y conductor de bus intermunicipal, sabemos que no rebuzna por un problema en la configuración de la garganta, mientras que Bashar Háfez pudo darse el lujo de graduarse en la Escuela de Medicina de la Universidad de Damasco y cursar estudios de posgrado (oftalmología) en Londres lo cual, por lo menos, lo acreditaría para desvariar con interesantes “puntos de vista” sobre diversos temas.

Assad tuvo un momento de lucidez cuando se alinderó del lado de USA en la guerra contra el terrorismo y contra Al Qaeda, luego de los ataques del 11 de septiembre en 2001, pero  se equivocó gravemente al involucrarse en el 2005 ​en el asesinato del exprimer ministro del Líbano, Rafiq Hariri, lo que desembocó en el repudio internacional y la decisión de retirarse militarmente de partes que tenía ocupadas Siria en el Líbano, y la acabó de embarrar en su violenta represión de los manifestantes de la Primavera Árabe (2010-2012) que no lo derrocó -como ocurrió en varios países vecinos- pero que provocó una cruenta guerra civil, que lo graduó de criminal de guerra.

El sirio se fue quedando solo. Rusia, su protector estelar, anda tan enredado en Ucrania, que no lo pudo seguir apoyando; Irán, vía Hezbollah, que se había convertido en fuerte soporte de Siria, resultó seriamente aporreado por Israel; China se sigue haciendo la loca del paseo, y apenas Corea del Norte y Venezuela están revirando por su salida y estamos esperando el pronunciamiento de Petro, que se pega de un volador sin palo y no sabemos a dónde va a caer. A Bashar, perteneciente al sector islámico alauita, minoritario en Siria, cuya mayoría es sunita, lo acaba de derrocar un reguero de grupos más que todo de rebeldes de esta última causa, bajo el título de Hayat Tahrir al Sham (HTS), incluido en la lista negra de organizaciones terroristas, aunque su líder, Abu Mohammed al Jawlani, jura que se ha desligado del Al Qaeda. Ver para creer.

Post-it. El Consejo de Estado, con firmeza, acaba de “cantarle las tablas de la Ley” a Petro, cada día más delirante.