Se conmemoró con una solemne sesión virtual, el Centenario de Otto Morales Benítez en la Academia Colombiana de la Lengua, precisamente con una participación de cien asistentes. El ponderado Director de la Academia Colombiana de la Lengua, don Juan Carlos Vergara Silva introdujo la sesión, en la cual intervinieron don Olympo Morales Benítez y, con una pieza magistral don Jorge Emilio Sierra M., quien resaltó además la figura del egregio biógrafo de don Otto, mi maestro, el académico don Antonio Cacua Prada.
Sierra Montoya aprovechó para resaltar en su panegírico la aparición de su libro: El Gran Otto: Años de formación, publicado precisamente para esta importante fecha conmemorativa.
Allí, el autor manifestó acerca del homenajeado: “El Gran Otto”: Así le decíamos muchos de sus amigos a Otto Morales Benítez, cuya grandeza se manifestaba, más allá de la apariencia física, en su vasta producción literaria, con casi dos centenares de libros sobre múltiples temas, relacionados especialmente con la historia, la literatura y la política. Grande por su amplia trayectoria de hombre público, que en alguna ocasión estuvo ad portas de ocupar la Presidencia de la República; por su condición de ex ministro, académico y jurista de alto vuelo, o por su autoridad moral, la misma que durante largas décadas se destacó en nuestro país, donde siempre le vimos como modelo ejemplar del buen ciudadano, virtuoso y honesto, de conducta intachable, en permanente lucha frontal contra la corrupción”.
Otto Morales era el autor de la Teoría del Mestizaje, de la que fue pionero en el continente, que descubrió en Riosucio, reflejado en su piel cobriza, de rasgos indígenas. También fue el más acérrimo defensor del término Indoamérica, que hubiere podido extender más si hubiese llegado a la presidencia de la República, cargo más que merecido, en el cual, seguramente él mismo habría pedido que se le llamara “El presidente mestizo”.
“Los colombianos tenemos esa deuda con él al no haberlo elegido presidente”, expresó, en la Academia de la Lengua, su amigo del alma, Belisario Betancur, al inaugurar la Sala Otto Morales Benítez en este sagrado recinto de las letras colombianas, en el cual, el humanismo de don Otto le habría permitido reconocer nuestra identidad nacional y nuestros valores ancestrales, los de mestizos.
Únicamente en América, Benito Juárez, el “Benemérito de las Américas”, título concedido mediante decreto presidencial firmado por el general Tomás Cipriano de Mosquera y que se exhibe en el apartamento de Juárez en el Palacio Nacional del Zócalo en Ciudad de México, fue un presidente netamente indígena. Qué curioso que Mosquera le hubiese dado ese título, cuando hoy, muchos de sus descendientes fueron desplazados de sus haciendas, después que el mismo Mosquera “importó” tribus enteras desde el Perú luego de la liberación de los esclavos.
De Juárez, recatemos esta frase, propia para estas épocas de enfrentamiento polarizado: “Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos. Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.