El 2 de noviembre de este año se cumplirán 25 años del magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado. Un crimen de Estado cuya investigación cuenta con mucho más material probatorio que cualquier otro crimen de lesa humanidad de la época. Después de grandes esfuerzos por desviar la investigación, promovidos tanto por la Fiscalía como la Policía Nacional, nuevos fiscales, a partir de 2009, lograron importantes avances y recaudos probatorios.
Es un caso histórico en el cual múltiples evidencias apuntan al jefe de Estado de entonces, Ernesto Samper Pizano, a su ministro y principal escudero Horacio Serpa Uribe, al entonces jefe del Gaula, coronel de la Policía Danilo González y a una variedad de los narcotraficantes más peligrosos, despiadados y poderosos de la historia, no solo de Colombia, sino del mundo. Una tenebrosa y nociva combinación de complicidades que Álvaro Gómez denominaba como el ‘régimen' que, en pleno proceso 8.000, ordenaría su muerte.
Lastimosamente para el país el ‘régimen’ no se pensiona o desaparece porque su misma naturaleza se lo impide. ¡Hoy está más vivo que nunca! Basta con ver cómo controlan y manipulan el Estado y la sociedad a su antojo.
A pesar de una justicia cuya principal razón de existencia parece ser absolver a los vivos y condenar a los muertos, los principales sospechosos de la muerte de Gómez posan en todos los medios de prensa como faros morales invocando una supuesta imagen impoluta y reclamando la compasión y condescendencia en los paneles de opinión y de los poderosos del país frente a la posibilidad de que sean acusados después de 25 años de impunidad.
La mayoría de los colombianos sabe que Samper y sus áulicos comprometieron la dignidad presidencial con los carteles de la mafia, compraron las elecciones del 94, toleraron múltiples asesinatos para entrabar el 8.000, pero poderosos periodistas y dirigentes se persignan y se escandalizan hoy a medida que se revelan más y nuevas pruebas de la participación de Samper y Serpa en el homicidio de Gómez. ¡No lo creo! ¡Ellos nunca matarían a Gómez! dicen, cuando a la vez es imposible negar todas las acciones criminales probadas en cabeza de ese gobierno.
No solo se niegan las vastas evidencias, sino que ahora se aplauden y patrocinan nuevos intentos para desviar la investigación promovida por una consentida de Samper, como lo ha sido siempre Piedad Córdoba. Muchos otros favorecidos del ‘régimen’ reclaman ahora que se reconozca la supuesta autoría de las Farc en la muerte de Gómez, exonerando de antemano al jefe Samper, buscando con ello que el circo de absoluciones de la JEP impida que la Fiscalía continúe con la investigación, acusando a algún difunto cabecilla de las Farc y logrando con ello una espuria cosa juzgada que impida la investigación contra los verdaderos culpables.
“El régimen necesita que la política sea sucia porque es la manera de conseguir la amplia gama de complicidades que se necesitan para mantener su predominio.” -Álvaro Gómez Hurtado-