Si algo quedó demostrado en estos tiempos de pandemia es que nos podemos acomodar a las situaciones más inverosímiles que se puedan presentar. Pero el asunto de trabajar desde la casa no sólo debe ser regulado: debería ser personalizado.
Puede sonar idealista, pero el trabajo remoto o el teletrabajo (no son lo mismo) debe casi que ajustarse a las necesidades de los empleados y sobre todo a las necesidades técnicas, financieras y tecnológicas de las empresas. Habría que hacer una inversión gigante, pero las circunstancias así lo demandan.
Recientemente, salió un estudio hecho por LinkedIn y Microsoft en el que la principal conclusión fue que, más de la mitad de los trabajadores de Latinoamérica se plantean un cambio profesional este año, tras meses de sentirse exhaustos y aislados en el trabajo a causa de la pandemia de la covid-19. La cifra es dura: 53% de los encuestados indicaron que el modelo virtual de trabajo los saturó.
Para tener más contexto, de acuerdo con estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, antes de la pandemia el teletrabajo solo era del 7,9% de la fuerza laboral a nivel global. Aunque, aún no se conocen las cifras consolidadas para 2020, pero se estima que cuatro de cada diez trabajadores desarrollaron teletrabajo durante la etapa más crítica de cuarentenas y aislamientos en el mundo.
El tema acá es productividad versus calidad de vida. Y tenemos que ser claros en algo: no todas las empresas son ogros malvados que explotan a sus colaboradores y no todos los trabajadores son seres de luz que cumplen a cabalidad con sus obligaciones. Estamos hablando de personas. Con sus grises. Por eso es importante entender que la virtualización del trabajo tiene que tener un enfoque ¡humano!
Todo apunta a que el nuevo normal en los ambientes laborales sea híbrido. Según Cnet, el 81% de los que han estado trabajando desde casa durante la pandemia, o todavía siguen haciéndolo, o bien no quieren volver a trabajar a la oficina o prefieren un horario híbrido, con parte de la semana trabajando desde casa y parte desde la oficina.
Iría mucho más allá (perdón la primera persona). Cada compañía, e insisto esto suena caro y por tanto utópico, debería implementar modelos casi que personalizados de trabajo remoto o de teletrabajo. Mediante encuestas, no de opinión sino de rendimiento, determinar qué colaboradores tienen mejores resultados trabajando desde sus casas y cuáles tienen mejor capacidad de respuesta en oficinas físicas.
Considero que la casa no es el escenario para el trabajo. El hogar, para mí, es el espacio de la familia, del descanso, de la relajación. Y esto va más allá de un tema tecnológico o de productividad. Las oficinas son el escenario de la productividad. El cuerpo se prepara y se acostumbra a eso: oficina se trabaja, hogar se descansa. Que sí, que nos podemos acomodar. Pero no es para todo el mundo.