Cuando estamos en la antesala del famoso 22, cuando empezamos a ver a Duque y a su partido con el espejo retrovisor y cuando soportamos con a toda intensidad la inflación que nos regaló como presente de navidad, solo nos queda ponernos a pensar en el incierto futuro que inicia mañana.
Los niños sin internet, porque los dineros destinados a sacarlos de la desigualdad fueron “abudinados”, sin que autoridad alguna que se ocupara de castigar a la mafia que se los robó.
El exministro Carrasquilla, el de los bonos de agua que sembró la sed a más de cien municipios, desde su mullida y acolchada silla se vengó de este país, que lo obligó a renunciar. Maneja a su antojo la Junta del Banco Emisor. Se ha gozado el desenfreno del dólar que eleva los precios de los alimentos y materias primas para las pequeñas industrias, mientras sus dólares se multiplican en los paraísos fiscales.
Nadie se imaginó un final de año tan apocalíptico y dantesco que solo proyecta enigmas y misterios a este país.
La asombrosa recuperación, con la que nos embelesó y hechizó el presidente Duque, fue un simple espejismo para desorientar y cautivar a un mundo aturdido por el covid. El 2021 ni siquiera recuperamos la enorme caída del 2020. Por ello, el tal 9 o más por ciento, hay que llevarlo a sus justas proporciones. No recuperamos ni el empleo, ni la producción, ni la trayectoria que traía Colombia.
Viene en cambio una realidad que solo puede llevarnos a un 4 por ciento de crecimiento en el 22, con unos intereses del emisor que dispararán la inflación.
La producción agrícola no está en nuestro recetario porque no ha existido una repartición justa y equitativa de la tierra, a lo que hay que agregar que la juventud no ha encontrado estímulos para ir al campo. Nada se les ofrece de esta vida del mundo moderno. Los productos son manejados a su antojo por mafias que aniquilan a los pocos hombres y mujeres que sudan y se agotan a diario para poder conseguir lánguidos sustentos para sus familias.
La salud es manejada por organizaciones que solo buscan riqueza. Agonizando el año, Duque le dio otro golpe a esta nación. Mientras los servicios de salud son cada vez más costosos, recortó sin misericordia la atención y los tratamientos a pacientes costosos.
En este país solo ha crecido la corrupción y la burocracia con sus nóminas paralelas. La Procuraduría creó 1.208 innecesarios empleos que justificó el Minhacienda señalando que ese costo quedó autorizado en el presupuesto del 2022. Así se satisfizo la voracidad de los politiqueros.
Los colombianos deben pensar que el “palo no está para cucharas”, que se requieren líderes que los saquen de esta pobreza y desesperanza. No más presidentes, parlamentos, ni entes de control tan dependientes. Voto pensante y objetivo que nos permita una verdadera liberación con desarrollo social.
BLANCO: Feliz Año.
NEGRO: La proliferación de candidatos.