Empezó oficialmente el gobierno de Gustavo Petro. Comienza el proceso de acabar con la inseguridad que genera su nombre en el poder. Durante la campaña presidencial -y todavía- en muchos colombianos se ha desarrollado un temor frente a lo que puede implicar su presidencia. Tal vez, lo que más duda genera es cuánto tiempo permanecerá al mando. Me atrevería a decir que no más de cuatro años, pero su proyecto político si llegó para quedarse.
Durante la campaña presidencial no hubo entrevista en donde el candidato no tuviera que responder cuánto tiempo quería gobernar. Siempre contestando no tener intención de quedarse más de cuatro años, pero sí la necesidad de doce para finalizar sus reformas. Esas declaraciones que sonaban confusas para muchos conllevan un contenido más profundo. El objetivo del petrismo de emular al gran “ismo” político de América Latina: el peronismo.
A pesar de que ya se vislumbran figuras políticas que podrían continuar con su legado, como el gobernador del Magdalena, Carlos Caicedo, sería su esposa Verónica Alcocer la llamada a sucederlo. Petro no ha sido ajeno al nepotismo, lo vimos en el pasado con su hijo Nicolás, a quien designó para competir por la gobernación del Atlántico en el 2019. Por eso, en los planes de la familia, no me sorprendería que la elegida para continuar el proyecto fuera la hoy primera dama.
Alcocer fue durante la campaña presidencial una figura decisiva. Inteligente, astuta, carismática y muy capaz logró posicionarse como una primera dama distinta. Cercana a la gente, similar en sus costumbres y sin los acartonamientos de sus predecesoras, fue pieza fundamental en la elección de su marido. En las grabaciones que se conocieron de la campaña, se observaba su liderazgo en la coordinación de la misma. Su voz era predominante, ella no era una simple acompañante, era una pieza fundamental del esquema político construido.
Ejemplos como ese tenemos varios en América Latina. Recordemos a Nadine Herrera, esposa del presidente peruano Ollanta Humala, de quien se decía era la verdadera ideóloga de su mandato. O el de la dictadura nicaragüense donde Rosario Murillo, esposa de Daniel Ortega, es la vicepresidente. O el caso argentino en donde Cristina Fernández de Kirchner sucedió a su marido en la presidencia. En todos los casos existía sin duda, la inspiración de la esposa y primera dama más emblemática de la historia del continente: Evita Perón.
El peronismo es el ejemplo que también Gustavo Petro quiere seguir; el petrismo como proyecto político en Colombia. Su esposa como líder cercana a la gente en representación de la transformación que encarna su familia en el poder. Puede ser muy temprano para afirmarlo, pero hoy estamos frente al inicio de una nueva dinastía familiar: Los Petro.
Esa familia, Igual que las otras que hemos tenido en el poder -Santos, Pastrana, Gaviria o Samper- vivirá del y para el Estado durante muchos años. Con la diferencia de ser de una estirpe no privilegiada y por ello conocedora de las afugias del colombiano promedio. Como los Perón, su origen humilde, empatía y capacidad política los llevará -de hacerlo bien- a permanecer décadas como familia en el poder. ¡Ahora, empezaremos a saberlo!