A sus 80 años, el pasado 17 de julio, falleció John Lewis, un hombre que fue ejemplo para la humanidad por su lucha incansable por la equidad racial y justicia en Estados Unidos. Era el líder más joven del Movimiento de los Derechos Civiles, quien desde los 21 años acompañó a Martin Luther King Jr. en la desafiante misión de eliminar el modelo de segregación racial y privación de derechos que padecían los afroamericanos. Su historia estuvo marcada por la resistencia a la desigualdad como activista y congresista, defendiendo la dignidad humana y transmitiendo el mensaje de no violencia.
Lewis fue un gran pacifista a pesar de ser víctima de múltiples agresiones y abusos policivos. Entre 1960 y 1966 estuvo privado de su libertad 40 veces por oponerse pacíficamente a las leyes que discriminaban a los afroamericanos y les catalogaban como ciudadanos de segunda clase. El 7 de marzo de 1965, su vida cambiaría al dirigir la histórica marcha por el derecho al voto en el estado de Alabama, en la cual casi 600 manifestantes caminaban en la ciudad de Selma y fueron brutalmente atacados por agentes de Policía al cruzar el puente Edmund Pettus; este sería recordado como el domingo sangriento.
En esta marcha, Lewis estuvo a punto de morir por un golpe que lesionó su cráneo y le dejó inconsciente. Las imágenes de este violento acontecimiento recorrieron el mundo y forzaron al entonces presidente Johnson a presentar ante el Congreso la ley de derechos electorales, que reconoció el derecho a elegir de los afroamericanos en los estados que se oponían a la igualdad. Cada año John Lewis regresaba a Selma, en la misma fecha, a enviar un mensaje de esperanza y a recordar a las nuevas generaciones que aún faltaba camino por recorrer para lograr una sociedad sin prejuicios raciales.
Su coraje y persistencia lo llevaron a ser elegido congresista por el estado de Georgia en 1986, posición en la que representó la voz de las poblaciones más vulnerables por más de 30 años y hasta su muerte. Fue enfático en su mensaje de no violencia y, por ende, opositor a la política de expansión militar norteamericana. Desde el Congreso inspiró generaciones a respetar la diferencia y a levantar su voz ante injusticias así eso implicara meterse en problemas, lo que él llamó: “get into good trouble”.
Aquellos que han dedicado su vida a lograr sociedades más incluyentes merecen siempre ser recordados, máxime en un momento en que la historia reciente nos ha demostrado que el racismo no es un fenómeno superado, con casos como el infame homicidio de George Floyd en Minneapolis y, en Colombia, el asesinato de Anderson Arboleda en Puerto Tejada. A John Lewis gracias por persistir en el diálogo como instrumento para la transformación social y por recordarle a la humanidad el valor de la justicia.