Enrique Santos Calderón ha sido uno de los mejores periodistas del país y sin lugar a dudas uno de los más influyentes, desde su columna "Contraescape", la cual mantuvo por muchos años en el diario de su familia, "El Tiempo". Con un donoso y muy preciso manejo del idioma no hubo tema que le fuera ajeno y contribuyó en forma determinante a transformar su periódico en el más leído por los colombianos.
En lo personal y profesional nosotros tuvimos el privilegio de ser colegas de redacción, allá a mediados de la década de los sesenta, bajo la batuta del inolvidable Don Roberto García Peña y las inmediatas órdenes de su padre Don Enrique y de su tío, Don Hernando. Nosotros, como el amablemente él lo recuerda en sus "memorias", veníamos de "El Siglo", en donde Álvaro Gómez Hurtado, nos había inculcado un visceral cariño por el oficio más bello del mundo.
El único sectarismo que le conocimos fue su entrega a la brega periodística y esta se refleja en sus recuerdos y en la forma como nos relata sus vivencias de una época muy agitada y traumática de nuestro país. Su voz será siempre recordada por la forma valiente y descarnada como se refería a personajes y situaciones controversiales y de por sí muy difíciles de abordar desde la tribuna de la crítica.
Está destinado desde siempre a llegar a las cumbres de la Dirección. Y cuando lo hizo, por más de diez años, en compañía de su primo Rafael, demostró su buen juicio y ponderación, así con su profundo conocimiento de los grandes problemas nacionales. Su prosa se caracterizó por ser clara, precisa y la manejaba con la precisión de un bisturí en manos de un diestro cirujano. Su aporte contribuyó a elevar la calidad de nuestro periodismo a cotas de muy alta calidad.
Como él mismo no lo recuerda en su reciente libro "El país que me tocó" era una época de pasiones partidistas donde no había neutralidad o moderación. Eran tiempos en que su tío abuelo, el ex presidente Eduardo Santos, llegó a prohibir que en las páginas de "El Tiempo" se mencionara el nombre del entonces presidente Laureano Gómez. Para Enrique "de ese periodo guardo el recuerdo de un periódico abrumado de compromisos institucionales que a veces apocaban los de su misión informativa"
Es indudable que el nombre de Enrique Santos Calderón estará íntimamente ligado a la Edad de Oro de la publicación y muy seguramente sus biógrafos lo culparán, con toda razón, de ser el responsable de sus mejores jornadas. Desde sus extravíos juveniles que le merecieron el calificativo de "el guerrillero del Chicó", hasta la serena cumbre intelectual, nadie mejor que él para recordar el dicho de que "se nace incendiario y se muere bombero".