Nos tendremos que acostumbrar al rio y anuncio diario de propuestas del gobierno de Gustavo Petro, como su singular característica, y tratar de decantar al paso sus consecuencias, que es la virtud por excelencia del debate político.
Ponderar los efectos de una iniciativa, por un lado, permite a la opinión pública medir la real intención de mejorar equis sistema o situación y por otro bajar la neurosis del desconocimiento, el apremio o la incertidumbre. Estamos entre ires y venires.
Las reacciones a la marcha de los inconformes con las reformas, en los primeros cuarenta y cinco días de gobierno, son un ejemplo. Bien se demostró que no hubo vandalismo, ni capuchas, ni destrucción de locales comerciales ni de bienes públicos o privados, ni bloqueos, ni se causó terror. Es un resultado motivado por una manifestación o protesta estrictamente pacífica.
Como bien se dice es la actitud la que nos hace capaces. No hubo enfrentamiento con la policía simplemente porque no fue necesario y no al revés: “por el cambio de doctrina en las Fuerzas Militares”, como lo quiso argumentar el senador Gustavo Bolívar.
El senador a seguidillas convoca, para contrarrestar, una manifestación de respaldo al presidente al cumplirse los cien días de gobierno, el 15 de noviembre, para defender en comillas: las reformas, la justicia tributaria, la paz la inclusión social, la transición energética, la educación gratuita, el derecho a la salud. Siendo el primero en sumarse en trino el alcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, por obvias razones. A su vez los inconformes se citan de nuevo para el 24 de octubre.
Si se trata de democracia, después del ejercicio del voto, qué puede ser mejor que la plaza pública para poner de manifiesto una posición. Muy seguramente cada vez la inquietud y la problemática sume en confianza y adeptos. El tema está en no mancillar la protesta de actos violentos, pues le quita la honra.
De otro lado, las mismas instituciones comienzan a poner sus puntos sobre las reformas. Es el caso del Consejo de Estado con su concepto negativo a la creación de una Corte Electoral. El Consejo argumenta una concentración y choque de competencias hoy asignadas a la Registraduría, el Consejo Nacional Electoral y la jurisdicción de lo contencioso administrativo que puede ir detrimento de las garantías ciudadanas. Además, prevé la ausencia de pesos y contrapesos en un esquema donde es el mismo Congreso quien elegiría a los integrantes de la Corte.
Hay que decantar. La reforma electoral es clave para la defensa de la democracia y bien vale en principio reflexionar sobre unos mínimos. El exregistrador Orlando Abello, a manera de decálogo, propone pensar en la conveniencia del voto obligatorio; en realizar votaciones más bien entre semana en día hábil y que sean abiertas durante doce horas del día; facilitar un transporte público gratuito ese día; eliminar el voto preferente y la lista abierta como opción para todos los partidos; quitar la posibilidad de asignación y composición partidista de la Registraduría y el Consejo Nacional Electoral y protegerles su carácter técnico; excluir la zonificación electoral que se presta para compra de votos; evitar casos de suplantación del votante e implementar el voto electrónico. Habría que incluir la financiación estatal de las campañas, que ha sido propuesta en el debate.
Así como se decanta el vino para airear y mejorar su sabor, los colombianos necesitan respirar y ponderar las implicaciones de las reformas del Estado que pretende el gobierno. Sun Tzu decía: se debe ponderar y deliberar antes de hacer un movimiento.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI
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