ERNESTO RODRÍGUEZ MEDINA | El Nuevo Siglo
Sábado, 8 de Octubre de 2011

La vida en línea

 

Hace apenas dos semanas escribíamos sobre el lanzamiento de Google+ y lo que éste significaría en la subida de los niveles a los que nos tenían acostumbrados los tradicionales buscadores en la red y cómo este avance podría incidir dramáticamente en la captura de nuestra identidad, ya debidamente clasificada en unos verdaderos “mercados cautivos”, de antemano individualizados, ordenados distribuidos y fichados según sus perfiles de consumo. Y advertíamos cómo la llamada “nueva economía” podría operar sobreseguro de nuestros gustos, inclinaciones, necesidades y apetencias.
Pues bien, en eso estábamos cuando Facebook rediseñó su plataforma y lanzó lo que denominó “Timeline”, o toda nuestra vida en línea. Una invitación a que todos los usuarios del sistema coloquemos en la red, a disposición vaya usted a saber de quién, todas las escenas de nuestro devenir personal, familiar y profesional, a fin de ser editado y emitido en llamativos “videoclips”. Será un calidoscopio sobre todo nuestro entorno. Con puesta en escena y coreografía de feria, pero no pueblerina sino planetaria.
Verdaderamente impactante, pero también ciertamente atemorizante, con todo lo que ello implica de invasión a nuestra privacidad. Dos proyectos en verdad fascinantes pero a la vez alucinantes. Es como si al apagarse para siempre la mente brillante de Steve Jobs se encendiera el ciberfirmamento presagiándonos alturas que el hombre no ha sospechado siquiera.
Intimidad e identidad en permanente constreñimiento mediático, no sabemos con qué final utilidad. Es claro, empero, que esos mercados cautivos y esos íntimos videos podrán poner nuestro mundo “patas arriba”.
Una cosa es que la red de redes, que es lo que es la Internet, haya modificado la forma de relacionarnos con el mundo y otra muy distinta es que exhiba nuestras vidas como en un escaparate.
Lo realmente preocupante es qué van a poder hacer los operadores con este material. Es claro que Google siempre ha jugado limpio en lo que a transparencia de la información se refiere. Se ha caracterizado por ayudarnos con su material a crear, crecer y mejorar como personas y como miembros de nuestra inteligencia social. El material de Facebook, al contrario, ha estado siempre muy ligado a su afán de lucro por aquello de la venta de los datos que atesora. Valdría preguntarnos con el Chapulín: ¿Y ahora, quién podrá defendernos? ¿En dónde irán a parar nuestros derechos digitales? Temas a los que la ONU y los gobiernos deberán, más temprano que tarde, ponerles atención.

 

ernestorodriguezmedina@gmail.com