ERNESTO RODRÍGUEZ MEDINA | El Nuevo Siglo
Sábado, 4 de Octubre de 2014

Aunque   el país sigue dividido por mitades entre quienes creen que el proceso de paz terminará exitosamente y quienes consideran lo contrario es evidente, que con el pasar de los días, la base de los optimistas es mucho más amplia y sólida.

Teniendo en claro que falta mucho por hacer en el campo de una pedagogía masiva, más intensa y extensa, sobre sus bondades y ventajas, el ingreso del sector privado en la cruzada por el fin del conflicto, es una señal inequívoca de que las cosas, por fin, están marchando en la dirección correcta. Pero todavía falta mucho en la lucha contra la desinformación y las manipulaciones interesadas en su fracaso.

 

Seguimos echando de menos, por ejemplo, la falta de un mayor compromiso de la dirigencia de los partidos políticos y de su correspondiente estrategia programática, que avale los esfuerzos gubernamentales. Por ejemplo, en relación con la decisión santista de hacer obligatorio el voto y que apunta a garantizar una mayor participación electoral en un eventual referendo refrendatorio, nuestros políticos tienen opiniones encontradas.
Y, en el entretanto, los uribistas más soterrada que abiertamente, siguen colocándole palos a las ruedas del proceso. Y hasta cierto punto esta postura -en la que ellos mismos se dejaron ubicar- tiene cierta lógica si se reflexiona sobre una verdad de a puño: si hay paz el Centro Democrático se quedará sin banderas. Como también es cierto que al lograr su objetivo el santismo se quedará dueño de la política colombiana.
 
Sinceramente consideramos, empero, que esta división de opiniones, profunda por demás, es y será buena para el país porque permitirá que el proceso se decante y, sobre todo, los compromisos nacionales encuentren un ponderado equilibrio en bien de la supervivencia del Estado en la era del posconflicto. Como diría el expresidente Guillermo León Valencia, se trataría de "una división creadora".
 
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Adenda Uno
 
Tiene toda la razón el presidente Juan Manuel Santos cuando advierte que si los colombianos no somos más tolerantes y menos violentos, no habrá posibilidades de una paz real y duradera. El mayor número de crímenes se producen en las calles y en el seno de los hogares colombianos.
 
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Adenda dos
 
Terrible y kafkiano el drama de la médica caucana condenada en los Estados Unidos por tentativa de homicidio. "Locura de Amor", diría el poeta.