Una posición salomónica
Con su acostumbrado desenfado bogotano, nuestra linda Cancillera dejó boquiabiertos a sus interlocutores con esta perla: “Tenemos que tener la mente en que cualquier cosa puede pasar en esas posiciones de la Corte (Internacional). Nunca una de las dos partes sale con las manos vacías. Eso lo tenemos claro”.
Lo que en buen romance podría significar que como ya la Corte ha reconocido la soberanía sobre las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina y existiendo el riesgo de que sus magistrados desaparezcan el Meridiano 82 como límite marítimo, el fallo final bien puede favorecer las pretensiones nicaragüenses sobre los demás componentes insulares que hacen parte del Archipiélago (Roncador, Quitasueño y Serrana) y la configuración de una nueva delimitación marítima de la zona cuestionada.
¡Qué imprudencia la de nuestra Cancillera! Como lo anotaba acertadamente el editorial de ayer de nuestro director, “un traspié costosísimo” y “una imprudencia incalificable”, que le quita piso vital en forma inoportuna a la posición colombiana en La Haya, que ha venido sosteniendo que el archipiélago es histórica y jurídicamente el corazón de nuestra identidad nacional desde hace más de dos siglos y que cualquier reclamo ya ha sido resuelto a nuestro favor por el Tratado Esguerra-Bárcenas, desde 1928.
Desde luego otro habría sido el escenario si nuestro país hubiera acogido la llamada por el presidente López “doctrina Gaviria”, en donde su autor el reconocido internacionalista Enrique Gaviria Liévano sostiene que la defensa de los cayos se garantizaría plenamente con la figura del “Archipiélago Oceánico o de Estado, sobre la base de encerrar todas las formaciones insulares (islas y cayos) en una sola unidad territorial, política y administrativa”. A la manera, por ejemplo, como lo ha hecho España con su archipiélago canario.
Pero, desde luego, eso ya no es factible y debemos enfrentarnos a las reclamaciones nicaragüenses, pero al menos deberíamos hacerlo con un solo frente, sin fisuras ni lucubraciones y menos en la cúpula. Es inconcebible que nuestra flamante ministra le haya quitado, tan inopinadamente, la escalera a nuestros enviados ante el máximo tribunal y los haya dejado sólo “agarrados de la brocha”.
Ayer mismo nuestro excanciller Londoño Paredes advertía que las pretensiones nicaragüenses buscan que “se le conceda algo” y ese “algo” bien pueden habérselo brindado en bandeja las irreflexivas e inoportunas declaraciones de la inquilina de San Carlos.
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Adenda
Cada día crecen las voces que claman en Europa por un “Pacto por el Crecimiento”, dejando de lado la política de los recortes fiscales a rajatabla y que amenazan ruina para el euro y en forma, inmediata, para España.