Este mes, la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes publicó un importante análisis de la desaceleración económica en Colombia, titulada “Nota Macroeconómica No. 54.” En este documento, observan que entre el año 2005 y el Covid-19, la economía colombiana creció en línea con una tendencia histórica relativamente estable, tendencia que se rompió cuando la pandemia produjo una recesión profunda a principios del 2020.
Demuestran, empleando datos del DANE, que el país se había recuperado plenamente para el cuarto trimestre del 2021 y que siguió creciendo en línea con la tendencia histórica hasta el tercer trimestre de 2022. Sin embargo, a partir del cuarto trimestre de 2022 -el primer periodo completo del gobierno Petro- el país se ha rezagado con respecto a la tendencia histórica, sin ninguna señal de verdadera recuperación. Según el exministro de Hacienda José Manuel Restrepo, uno de los principales arquitectos de la recuperación de 2021-2022, “debemos crecer por encima del 5%” para recuperar el terreno perdido. El Fondo Monetario Internacional proyecta que creceremos por debajo del 3% hasta el 2026.
Sin embargo, considero que la situación es aún peor de lo que sugieren estas cifras. En la macroeconomía, el consumo gubernamental se refiere a los gastos del gobierno en bienes y servicios finales. No incorpora las transferencias del gobierno a ciudadanos, cuyo uso final corresponde a la demanda privada de aquellos ciudadanos, ni a la inversión estatal, que puede facilitar actividades tanto públicas como privadas. El único fin de los servicios públicos, representados en el consumo gubernamental, debe ser crear las condiciones para que la ciudadanía viva de la manera más digna y productiva posible. No tiene valor alguno, excepto en la medida en que logre ese fin. Siendo así, el gasto público debería verse reflejado en un robusto crecimiento de la economía privada. Por lo tanto, para medir la capacidad real de los colombianos de cumplir sus objetivos, debemos tomar en cuenta el crecimiento de la economía sin el consumo gubernamental, que denominaré la economía privada.
Antes de la pandemia, la economía privada crecía a una tasa anual del 3,47%. Durante el segundo trimestre del 2020, alcanzó apenas el 75% de los ingresos proyectados por esa tendencia, cifra que se recuperó hasta llegar al 99% en el tercer trimestre de 2022. En los primeros dos años del petrismo en el poder, esta cifra se redujo gradualmente al 90%. En términos absolutos, la economía privada no ha visto hasta ahora el primer trimestre en superar al tercero de 2022 durante el gobierno Petro. Siendo así, este gobierno le está costando a los colombianos el 10% de los ingresos que podrían haber tenido sin él.
Si queremos recuperar el rumbo para el año 2030, la economía privada necesitaría crecer a una tasa promedio del 5,4% a partir de ahora, pero sabemos que bajo un gobierno anti-empresa y ansioso de acaparar para el estado cualquier ingreso adicional que llegue al país, alcanzar esas tasas será imposible. Asumiendo que la economía privada permanezca a niveles actuales hasta el cuarto trimestre de 2026, un escenario pesimista pero no descabellado, necesitaríamos mantener un crecimiento promedio del 8,2% a partir de esa fecha. Necesitaríamos sostener por cuatro años una recuperación tan milagrosa como la de 2021-2022.
Será una tarea difícil, pero no imposible. La única forma de sanar al país plenamente de este cuatrienio perdido es mediante la liberalización económica más ambiciosa de los últimos cien años, enfocadas en estimular la inversión privada y el comercio internacional.