FAHID NAME GÓMEZ | El Nuevo Siglo
Sábado, 13 de Septiembre de 2014

Sistema de horarios

 

Con dificultad nos acostumbramos a reconocer que la idea de alguien es válida, o que un modelo diferente al establecido funcionaría mejor.

Lo que ha sucedido esta semana con la propuesta para Transmilenio de Guillermo Ramírez y sus voluntarios, y bien ilustrada por el equipo de Magic Markers es algo revolucionario, que rompe con ese paradigma.

Ha habido una aceptación generalizada, incluso por parte de la empresa de transporte que valida el modelo. Sin embargo, y como la misma ilustración lo acepta, todo modelo desarrollado por humanos es perfectible. Antes de entrar a proponer ideas para complementar la propuesta, quiero saludar y felicitar al señor Ramírez por hacer algo a lo que muy pocos colombianos nos atrevemos, pensar (me incluyo no por lo de pensar, sino por lo de colombiano). También a los ilustradores, hacen un trabajo excelente.

La propuesta para complementar, (que ya había desarrollado en la columna “Movilidad para dummies en Bogotá”) se resume en una palabra “horarios”.

Si al sistema, el de Transmilenio o cualquier otro que funcione bajo el esquema de carril exclusivo, se le permite que cada ruta circule sin un sistema de horarios, el desorden persistirá. La única forma en que el sistema funcione como una cadena de bicicleta, es que cada ruta tenga su horario. Ya tenemos, rutas, paraderos y carril exclusivo, lo único que falta es que cada ruta, en cada estación tenga un horario.

¿El horario para qué? Sencillo, para que cuando la ruta A llegue al paradero X1 no se cruce en ningún caso con la B o la C o cualquier otra. Es muy sencillo y absolutamente posible. Si no ponemos a competir los buses por el espacio al mismo tiempo va a ser más eficiente. Es una solución que vincula los dos elementos clave de todo sistema, tiempo y espacio.

La pregunta entonces es ¿cómo hacer para saber a qué hora va a pasar cada día, cada bus? La respuesta es simple, haciendo un análisis básico de velocidad versus tiempo. Lo que se traduce así: si el bus A se desplaza de la estación X1 a la estación X2 cuya distancia es 1 kilómetro, movilizándose a cierta velocidad, siempre y en todos los casos llegará en determinado tiempo. Cualquier persona que maneje lo sabe y lo entiende.

El problema que afecte el modelo puede ser las marchas y las manifestaciones que bloquean el sistema. Pero ese es otro problema, ajeno al sistema mismo. Incluso, ante una demora de uno de los buses de alguna ruta, por un sistema de posicionamiento global (GPS) se puede determinar que los demás buses de la misma ruta y de las demás disminuyan o aumenten la velocidad para equilibrar el problema. De esa forma, el ciudadano que pretende desplazarse de la estación X1 a la X8 siempre sabrá a qué hora debe esperar el bus que le sirve y a qué hora, al menos aproximada estará llegando a su destino.

Todo esto está comprobado, así funciona en muchas partes del mundo. Y si se necesita un ejemplo particular, así es el sistema de transporte de Londres, del cual en parte, proviene el que tenemos en Bogotá.