Felicitaciones a Claudia Blum, nuestra distinguida canciller, por su clara, concisa y, sobre todo, contundente defensa del gobierno colombiano ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Durante su intervención, la exsenadora Blum, hoy Canciller, conceptuó con toda razón, que el informe presentado por la Misión de Verificación de la ONU en Colombia no puede referirse solamente a las “supuestas” acciones del gobierno del presidente Duque, como si fuera el único firmante del Acuerdo de Paz.
Sus palabras fueron muy acertadas: “Cuando se analiza el incumplimiento del Acuerdo, el informe no puede solamente referirse a las acciones del gobierno como una de las partes firmante. Debe considerarse la existencia de disidencias de Farc como un incumplimiento, justamente, de la antigua guerrilla, convertida ahora en partido político. Los enemigos de Acuerdo y de la paz en Colombia son los criminales, incluidas las disidencias”.
Copié esta declaración completa para que los lectores tengan claro que en ellas no hay ni una palabra que sea una exageración, ni mucho menos mentira, como lo asegura Humberto de la Calle y los “exnarcoguerrilleros”, congresistas de las Farc, que hoy ejercen como congresistas gracias a dicho Acuerdo.
Durante el gobierno de Andrés Pastrana, su ministro de Defensa, Rodrigo Lloreda, desarrolló una veraz y bien documentada campaña que logró que la comunidad internacional comprendiera el azaroso nivel criminalidad de las Farc, que fungían como redentores del pueblo cuando en realidad eran una millonaria organización narcoguerrillera.
Se obtuvo entonces que ese grupo fuera incluido en el listado mundial de terroristas, lo que les acarreó el tratamiento que les correspondía como los criminales que eran.
Pero Juan Manuel Santos, en su afán de firmar un acuerdo de paz a cualquier costo, que obtuviera para él el Nobel, consiguió quitar esa denominación de “terroristas” que pendía sobre las Farc. Peor aún, Santos y su equipo negociador lograron, irresponsablemente, que se inculpara de los crímenes de dichos narcotraficantes, muchos de ellos calificados como de “lesa humanidad”, a la democracia colombiana.
Esta noción ha sido ampliamente promocionada por la izquierda internacional que, con sus poderosos tentáculos, ha tenido gran éxito pintando al gobierno democrático colombiano como único culpable de la violencia que hoy existe en el país; acusándolo, además, de incumplimiento del Acuerdos de Paz. Algo muy conveniente para destruir la democracia colombiana.
Lo dicho por la Canciller quedó muy claro: “El 80% de los asesinatos de los excombatientes son perpetrados por disidentes narcotraficantes” (Farc), quienes son firmantes de dicho Acuerdo. Inclusive, algunos de ellos como, Iván Márquez y Santrich fueron negociadores de este. Otros, como el “Paisa, fueron excarcelados como parte de la Amnistía concedida a quienes cumplieran con los acuerdos. Y, ¡mírenlos donde están! Asesinando campesinos, indígenas, lideres comunales, que se oponen a su narcotráfico.
La Misión de Verificación de la ONU ha dejado un vacío respecto al incumplimiento de los acuerdos por parte de las Farc. Los colombianos nos preguntamos, ¿Dónde están escondidos sus millones, dónde los niños reclutados y los desaparecidos que aún no aparecen, dónde, la aceptación de sus crímenes sexuales? ¿Dónde su reparación?
A pesar de estos flagrantes incumplimientos. Hoy solo se acusa al gobierno colombiano. Esto suena muy feo, muy parcializado y, sobre todo, muy manipulado. Felicitaciones a la Canciller por su valiente y veraz exposición.