FERNANDO NAVAS TALERO | El Nuevo Siglo
Miércoles, 5 de Septiembre de 2012

Divorcio express

 

La noticia de la semana pasada la constituyó el reporte de las cifras estadísticas acerca del incremento del número de divorcios en el país. Este incremento debe analizarse no solamente en cuanto a la cifra sino que interesa conocer el tiempo en que se sucede la separación de la pareja y las parejas que por no estar unidas por un vínculo formal no registran su rompimiento.

Los guarismos denotan sin esfuerzo alguno que ese rito solemne de todas las culturas, el matrimonio y su consecuencia inmediata, la formación de la familia, está en decadencia y sus causas son muy variadas, mas no sus consecuencias.

El profesor psicoanalista Félix Cantoni, especializado en terapia de pareja, estima que “entre el materialismo y el consumismo, entrelazado con el mecanismo psicoafectivo, se balancea el desdichado y pavoroso aumento de las tasas de divorcio consignadas por las últimas noticias”. Y remata: “El incremento de la violencia, los crímenes con frecuencias cada vez más aterradoras, el cinismo y la autosuficiencia de los hijos de parejas como las descritas que son los habituales violentos y criminales de estos tiempos, son la consecuencia (por ahora) final de esta debacle”.

Analizado el problema desde otro punto de vista y teniendo como base el fundamento que la familia representa en la organización social y, por supuesto, en el Estado, la repercusión de su desintegración incide, necesariamente, en un replanteamiento de la estructura del poder. Siguiendo las pautas que Hobhouse escoge para describir las etapas del desenvolvimiento de la sociedad humana, la familia es primordial y de ella arrancan los soportes bajo los cuales se estructuró el poder en los comienzos de la organización social. En esto coincide con Fustel de Coulange y, en general, se sabe que la familia es la célula de la sociedad.

Cualquiera de las líneas de vinculación familiar, la matriarcal o la patriarcal, son formas de estructura del poder válidas y eficaces; lo grave es cuando la organización del poder ya no se finca en esos lazos naturales y se pretende derivarlos, simplemente, del ejercicio de la coacción estatal, a partir del ejercicio del Derecho Penal y otras disciplinas que reniegan del amor y suponen que la coacción es suficiente para ordenar la conducta de los hombres. Probablemente porque se piensa que la letra con sangre entra.

La crisis del Poder Público puede estar en ese reblandecimiento o deterioro de la autoridad de la familia suplantada ahora por la competencia económica, pues el poder también se respalda en la capacidad de tener bienestar o satisfacción de necesidades reales o aparentes, motores del sometimiento y del esfuerzo personal. El amor filial es reemplazado por el monarca patrimonial que todo lo prodiga.

En sociedades donde la salud mental está en crisis y no cuenta como política de Estado, la crisis de la familia patrocinada por el divorcio express debe ser estudiada y analizada como causa de muchos de los problemas de autoridad que ponen a tambalear el viejo modelo.