FERNANDO NAVAS TALERO | El Nuevo Siglo
Miércoles, 10 de Septiembre de 2014

Sandra en Roma

 

Despues de todo el escándalo mediático y la presión social difusa, generada por las imputaciones que se hacen a la  señora Morelli, no le quedó  a la dama más remedio que salir de su país natal para refugiarse en la patria de sus antepasados. Entre las razones que Sandra aduce para explicar su comportamiento alega que con la amenaza que sobre su libertad se cierne en el proceso penal, se pone a riesgo, también, el derecho de su hijo menor, pues la intimidación incluye el quitarle su custodia.

El drama real de la señora Morelli no dista mucho de la tragedia de Eurípides, Ifigenia en Áulide, con la diferencia de que el oráculo es ahora la Fiscalía y que su sacrificio se exige para lavar el honor de sus perseguidores de oficio. Calumnia,  calumnia,  que de la calumnia algo queda. Esa es la lección de Maquiavelo, muy usada en este medio en el que el honor se mancilla con una denuncia y esa denuncia enerva sin tregua la presunción de inocencia.

Otra argumentación de la acusada es que no tiene garantías en el juicio que se le promueve y este sí que desato la ira de sus contrincantes. Todos a una, los aludidos,  salieron a protestar. Pero la  excontralora tiene razón. El proceso acusatorio  colombiano no da garantías. Desde su inicio la presunción de inocencia se desvirtúa con la simple imputación, una ceremonia llena de parafernalia intimidatoria. Ahora, a esto hay que sumarle el poder mediático que se utiliza para fortalecer la coacción estatal.

La señora Morelli hizo lo que cualquiera haría si tuviera las posibilidades de hurtarle el cuerpo a la justicia; una administración que se solaza con las medidas de prisión cautelar, aseguramiento que congestiona las cárceles, como denuncia el ministro Reyes,  para “ir fusilando mientras llega la orden”. Las demandas que se promueven para reclamar  indemnizaciones por errores judiciales superan  billones de pesos. Entonces, ¿por qué no sentir miedo ante un aparato que por su arbitrariedad no inspira respeto?

Asumiendo la crítica al sistema, resulta que en este procedimiento de partes, como lo llaman los “juristas”, el Estado, representado por la Fiscalía, lleva las de ganar, porque muy pocos ciudadanos cuentan con el dinero que les permita un  aparato investigador que pueda competir con la policía estatal. Indudablemente que aquí hay un desequilibrio que afecta el fiel de la balanza.

Por último, hay que aclarar que si Sandra se ausentó del país ese no es obstáculo para que el juicio siga. Pocos  tienen la conciencia de Raskólnikov, y no,  porque la libertad natural es irrenunciable. Nada impide que la pretensión de la Fiscalía se satisfaga, otra cosa muy distinta es que la pena física se cumpla, pero la pena moral en muchos casos es suficiente. No hay que pensar como los verdugos. La prisión, por su fracaso,  un día será abolida.