Fernando Navas Talero | El Nuevo Siglo
Miércoles, 8 de Octubre de 2014

Confusión de poderes

 

“Grandes infracciones de las leyes son diferentes a las de mera policía”

La reforma  propuesta por el gobierno pretende  organizar el Estado para equilibrar el ejercicio del poder, esto es, encontrar el justo medio que evite que unos órganos interfieran la competencia de otros y para ello se ha enfocado,  principalmente, las relaciones entre las Cortes. Sin embargo,  el problema no radica únicamente en esta rama de la Administración. El gobierno presidencial es y ha sido una de las causas del desequilibrio, no obstante los esfuerzos que en el pasado se hicieron. Por ejemplo, la reforma al Estado de Sitio, decretada  con el “revolcón “de 1991, alivió la dictadura presidencialista en materia de policía .Pero maña vieja no es resabio, la confusión de poderes sigue vigente.

Al interior del Ejecutivo, por la falta de reglas claras,  cada Ministro  invade la órbita de competencia de otras carteras. Por eso no extraña que sea el Ministro de  Defensa quien este liderando la reforma al Código Nacional de Policía, tema que corresponde por naturaleza al Ministerio del Interior.

La intromisión se explica porque ha sido tradición pensar que esta rama de la administración debe estar subordinada al criterio de las fuerzas militares, de ahí que cuando el presidente Santos propuso que se asignara la dirección de esta institución a un nuevo ministerio, el de Seguridad Ciudadana, se formara  alharaca.

A tal grado llega la ignorancia sobre el tema que el mismo Presidente ha celebrado y aupado el proyecto presentado por el Jefe de la Guerra, sin entender que la policía es una fuerza civil dirigida a propender por la paz y que para ello  debe utilizar procedimientos persuasivos y no represivos, que es en ultima lo que se reclama. Para este fin más les valdría proyectar un código de contravenciones, pero no atentar contra una obra ejemplar como es el actual reglamento que buscan derogar,  dizque porque es obsoleto. En el fondo se pretende reemplazar a los jueces con funcionarios subalternos.

El pensamiento de Montesquieu a este respecto llega como anillo al dedo: “en el ejercicio de la policía, quien castiga es el magistrado, más que la ley; en los juicios de los delitos, quien castiga es más la ley que el magistrado. La materia de policía son los asuntos de cada momento, en los que se trata solo de poca cosa: así, pues, apenas se necesitan formalidades. Las acciones de policía son rápidas y se ejercen sobre cosas que se repiten todos los días; por eso lo grandes castigos no le pertenecen. Se ocupa continuamente de detalles; los grandes ejemplos no se han hecho para ella; y más bien tiene reglamentos que leyes. Los que dependen de ella están siempre a la vista del magistrado, y si cometen excesos la culpa será de este. Así,  pues, no hay que confundir las grandes infracciones de las leyes con las infracciones de mera policía; amabas cosas de distinto orden”. (Carlos de Secondat, barón de Montesquieu. Del Espíritu de las Leyes