Fernando Navas Talero | El Nuevo Siglo
Miércoles, 1 de Julio de 2015

Un zarpazo inmaduro 

 

No obstante el esfuerzo de los teóricos para  que el Derecho Internacional sea una regla que garantice, eficazmente, el respeto entre las naciones, cierto es que desde Francisco de Vitoria y otros émulos suyos -Grocio y Suárez- hasta nuestro días, los tratados, incluido el de Westfalia y otros similares, Versalles, no han sido más que un homenaje a la bandera, que los poderosos y presumidos desconocen a su capricho concitando conflictos que a la humanidad le han restado millones de víctimas. En otros casos, esos acuerdos no son contratos consentidos sino impuestos y los principios que deben guiarlos, como el de la buena fe, no constituyen regla sino excepción. El conflicto árabe-israeli es el resultado de la manipulación del Derecho Internacional. El Acuerdo Sykes- Picot.

Siguiendo el mal ejemplo, que es apreciado por los triunfadores, a Maduro se le ha ocurrido imitar a Galtieri: el asesino de Argentina, quien para distraer la atención de la opinión pública y despertar chauvinismos entre su pueblo, decidió recuperar las Malvinas por las vías  de hecho -abril de 1982-  provocando la guerra con Inglaterra y la oportunidad para que la Thatcher reconfortara su imagen y ganara las elecciones de 1983 sin mayor contratiempo. En síntesis, al almirante Jorge Anaya, miembro de la junta militar de gobierno y promotor de la criminal formula política, le salió el tiro por la culata: no solo perdieron la guerra sino, afortunadamente, el poder. ¡Esa es la inteligencia militar!

El señor Maduro, incitado por los milicos que lo rodean y lo apoyan para aprovechar el momento y enriquecerse a costillas de las miserias que padece el pueblo venezolano, quiere distraer la atención de sus opositores y excitar  el nacionalismo de los ignorantes creando una situación de hecho en sus relaciones internacionales con Colombia, específicamente, respecto del conflicto del Golfo de Coquivacoa. Una decisión unilateral e inconsulta que podría generar una reacción militar o una reclamación ante la autoridad que cuida del orden internacional. En resumen, un ejercicio macabro o  inane. La discusión del golfo, hasta donde recuerdo, tiene más de cinco décadas y no hay respuesta. La justicia tardía es la peor de las injusticias.

La arbitraria determinación del gobierno Maduro, posiblemente, aupe el respaldo al gobierno Santos, pero también existe la posibilidad de que abone argumentos para censurarlo. Lo cierto es que ni lo uno ni lo otro debería darse si el Derecho Internacional funcionara. Existe un tratado de “No agresión, conciliación y arbitraje” entre Colombia y Venezuela, suscrito en 1939. Esa debería ser la vía, pero tal vez sea la guerra de opinión y el escenario de los  medios el campo de batalle que se escoja en esta coyuntura, pues los militares, que existen para esa tarea y consumir presupuesto, deben estar pensando en aprovechar el momento para justificarse, aun sea en una guerra fría que demande la compra de armamento, ¡comercio que tanto interesa a otros!