SOLO UNA parte de Colombia vive en democracia, mientras que otra no tanto. Así lo aseguró la representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en este país, Sara Ferrer Olivella, durante la presentación del ‘Informe sobre el futuro de la democracia en Colombia’.
La delegada dijo a EL NUEVO SIGLO que la democracia en Colombia es una de las más consolidadas en América Latina, aunque pudiera estar minada por la violencia en la nación.
EL NUEVO SIGLO: Aun cuando el ‘Informe sobre el futuro de la democracia en Colombia’ establece que a lo interno hay instituciones sólidas y una democracia robusta, en este Gobierno se han hecho propuestas como una asamblea constituyente, reelección presidencial y fast track cuestionadas porque garantizarían al presidente actual atornillarse en el poder. ¿Cree que iniciativas como éstas pondrían en peligro la democracia?
SARA FERRER OLIVELLA: De hecho, este informe no plantea discusión de coyuntura, va más allá. Lo que plantea es el concepto de democracia de la ciudadanía. En esa democracia de la ciudadanía, lo que se busca es ver cuáles son las debilidades de la democracia actual en su forma y en sus resultados.
En esa forma que me estás comentando aquí hay vacíos. Vacíos en torno a desatención territorial, hay temas no resueltos de corrupción, hay temas de activismo del Poder Judicial y falta de atención de los problemas judiciales y falta de respuestas.
Entonces, en ese sentido, el sistema de los límites de poder es una de esas reflexiones que contiene el informe.
ENS: ¿Quiere decir, entonces, que no está en peligro la democracia en Colombia?
SFO: Todas las democracias sufren peligro, si no se atienden. Las democracias tienen que evolucionar y responder a los desafíos de ese momento país. Si no logran adaptarse y evolucionar, siempre puede haber otro por fuera de la democracia que brinde esa solución.
ENS: ¿Cómo la violencia que, históricamente, ha vivido Colombia puede afectar la democracia?
SFO: La violencia, por supuesto, mina la democracia y mina la confianza en sus instituciones, donde las personas no pueden ejercer necesariamente el derecho al voto, donde no pueden participar libremente. Eso realmente empobrece la discusión democrática y sus posibles soluciones.
Elecciones en Venezuela
ENS: Mucho se ha dicho en Colombia que, si no hay paz y democracia en Venezuela, −a propósito de la crisis política por la que atraviesan a día de hoy por las cuestionadas elecciones presidenciales del 28 de julio−, no lo habrá en este país por su cercanía y relación histórica de hermandad. ¿Usted qué piensa?
SFO: Creo que Colombia cuenta con un sistema de instituciones muy sólidas, una democracia muy consolidada en su forma y en sus procedimientos. Pero no ha logrado, por ejemplo, cumplir la promesa de dar bienestar para todos sus ciudadanos.
Entonces, pienso que Colombia tiene que buscar sus propias soluciones de cómo llegar a todos sus territorios. Lo que no puede ser es que solo una parte de Colombia vive en democracia y democráticamente, y la otra parte no.
ENS: Se ha dicho que, de no respetarse la voluntad del pueblo venezolano en las elecciones del 28 de julio, otros gobiernos de América Latina copiarían ese mismo ejemplo y ya el voto no sería garantía para dirimir conflictos y escoger gobiernos, ¿usted qué opina?
SFO: Lo que plantea este informe categóricamente es que Colombia ha sido un referente de democracia para toda la región. Pero para seguir haciéndolo y siguiendo este referente, tiene que mejorar esa democracia, esas tensiones y contradicciones tanto en la eficacia de la representación como la participación política, así como el Estado de derecho.
ENS: ¿Están naciendo en América Latina y en el mundo movimientos o regímenes que tratan de lapidar la democracia e implementar sistemas totalitarios?
SFO: Cuando la democracia realmente no cumple su promesa de bienestar, por qué seguir en ella. Entonces, esta es una reflexión que se plantea de manera muy contundente en este informe.
Por eso hicimos ejercicio de escenarios al 2040, donde planteamos esos posibles futuros, incluyendo a la que llegue estos líderes por fuera del sistema democrático.
Lo que planteamos es qué tipo de decisiones se pueden tomar hoy para mejorar nuestra democracia y no llegar a ese tipo de escenarios.
ENS: ¿Es posible en un futuro llegar a escenarios en los que la democracia se vea severamente debilitada?
SFO: En todo el mundo la democracia nunca se puede dar por sentada. Uno tiene la fortuna de nacer en una democracia, pero para seguir en ella, debemos trabajar en su fortalecimiento.
Protección y corrupción
ENS: ¿De qué manera los ciudadanos podemos proteger este sistema?
SFO: Primero, ejerciendo el control. El control pasa por la veeduría ciudadana, que es clave. Tomar decisiones informadas y participación. Por eso insistimos tanto en la importancia de garantías a la participación, no solamente de bultos, pero realmente que se tomen en cuenta a esos ciudadanos para la construcción de soluciones país.
ENS: ¿Cuál es el balance que hace sobre corrupción en el país en los últimos años?
SFO: El informe plantea la corrupción como un tema grave. Lo planteamos en estos términos: ¿qué tanta corrupción puede aguantar un sistema democrático? ¿Es cierto que también mira hacia el pasado? y ¿cómo Colombia ha logrado superar temas muy graves de corrupción dentro del sistema democrático?
Lo que planteamos es que para seguir adelante y fortaleciendo la democracia, se tienen que llegar a consensos de país y no de un partido o de otro.
El futuro de la democracia
En el ‘Informe sobre el futuro de la democracia en Colombia: Caminos para fortalecer la democracia’, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) hace referencia a este sistema político en el que la soberanía reside en el pueblo.
Al respecto, Sara Ferrer Olivella, representante residente de la organización en Colombia, que no hay democracias ni sociedades perfectas. Pero también aseguró que la democracia en este país es una de las más antiguas y consolidadas.
“Colombia, más allá de cualquier duda, es una democracia consolidada. Así lo demuestran siete décadas de elecciones ininterrumpidas, resultados electorales rápidos, confiables y aceptados por todos los actores, una arquitectura institucional que consiguió en 2016 la firma de un histórico acuerdo de paz que logró una alternancia pacífica del poder con el primer gobierno de izquierda en la historia del país”, establece el informe.
A pesar de ello, aseguró que no todos los colombianos viven la democracia de la misma forma. “Se vive en democracia, pero no democráticamente”, aseguró.
“El país, sin embargo, no ha dejado de ser un ‘orangután con sacoleva’, aquella metáfora con la que se sintetiza la paradoja de la democracia colombiana, una en la que esos atributos positivos han coexistido casi de manera endémica con altísimos niveles de violencia, devastadores conflictos armados, inseguridad, corrupción y unas profundas desigualdades”, destaca el informe.
Pero, además, establece: “Hasta el momento, tal contradicción no ha impedido que la democracia colombiana se mantenga en pie. Pero confiar en que este efecto teflón será eterno, puede ser peligroso, especialmente cuando algunos valores que sustentan la democracia, como la confianza en las instituciones, la efectividad de la representación política, las garantías para participar, entre otros principios básicos se encuentran desgastados, fisurados y podrían significar una ruptura de la democracia que conocemos”.
Además, haciendo la salvedad de que el informe no es un diagnóstico más sobre la democracia en Colombia, sino que se centra en la forma en la que las personas de este país la viven (por lo que se recogieron opiniones de más de 200 ciudadanos en todo el territorio), Ferrer Olivella presentó cinco formas para fortalecer este sistema político.
El primero de ellos es establecer paradigmas claros hacia una democracia de ciudadanía. También habló de la territorialización de la democracia; es decir, que esta sea percibida como positiva en todas las regiones del país y que sus ciudadanos trabajen orientados en su fortalecimiento.
El tercer elemento a considerar es la posibilidad de cerrar la brecha entre la ciudadanía e instituciones de representación; pero, además, habla de lograr que la participación se traduzca en soluciones a las necesidades de bienestar de las personas. Por último, se plantea alcanzar consensos que permitan superar aquello que amenace la democracia.