Fernando Navas Talero | El Nuevo Siglo
Miércoles, 28 de Octubre de 2015

 

 

“Verdadera democracia, posible en pueblos educados”

BITÁCORA DE LA COTIDIANIDAD

Videocracia

Toda la razón tiene el maestro italiano Giovanni Sartori en su reciente análisis acerca de la democracia contemporánea. (El Nuevo Siglo 25 de octubre)  Obviamente que su postura de hoy difiere  de su discurso dialéctico del año 1964. Han ocurrido tantos conflictos sangrientos, originados en una supuesta lucha por la democracia, que hay que concluir que esta propuesta acerca de la organización del poder político es un sueño idealista, pero  imperceptiblemente manipulable. Ya no  se venden las ideas, simplemente se exhibe la imagen a través del video anónimo publicitado mediante las redes sociales y apoyado en las encuestas y esto basta para alcanzar el éxito electoral y ganarse la gerencia de la empresa pública. ¡Santos ganó gracias a un video!

Para Sartori,  la democracia se concreta en “Todo el poder para nadie”; hoy piensa que “los gobiernos se erigen sobre encuestas que nos hacen creer, erróneamente, que existe una opinión publica”… “Porque las ideas hace tiempo que están bajo sospecha”. Probablemente sería más cómodo hablar de poliarquía.

Difícilmente se puede negar  que las elecciones las solventan las encuestas y en muchos casos las deciden. Con todo, hay que observar que las encuestas se nutren con los  mensajes de los medios de comunicación y con mayor capacidad de penetración en el inconsciente con los videos  de las redes sociales. El encuestado no piensa.

Quien tiene la capacidad de monopolizar la información de los medios de comunicación influye decisivamente en el resultado de las encuestas y las encuestas, a su turno, inciden notablemente en la información que divulgan los medios y esta información culmina provocando la reacción de las redes sociales que concretan sus apetencias políticas en los videos que transmiten a los ingenuos electores que no tienen ideas sino imágenes. Se masifica la voluntad de los electores.

El resultado del debate electoral que acaba de pasar es una prueba notoria del criterio del pensador italiano. El debate  coincidió, sin mayor esfuerzo,  con el vaticinio que hicieron las encuestas y las encuestas  con la propaganda que publicaron los medios, en unos casos como simple noticia y en otros como pauta publicitaria pagada por los candidatos apoyados por los factores de poder interesados en los proyectos del aspirante. Por algo los medios de comunicación son monopolios. ¡Que lo diga Rupert Murdoch!  

La verdadera democracia es posible en pueblos educados, en capacidad de sortear la alternativa que se discute al elegir al gobernante. Cuando esa opción se decide emocionalmente, esto es, sin discutir los factores favorables y desfavorables de la propuesta, sino simplemente incrementando el impulso de la corriente de  opinión, no hay democracia sino poliarquía, gobierno de elites.

A  lo dicho hay que sumarle otro aspecto más grave: la corrupción del sufragio que si bien ha sido tradicionalmente histórica parece ser que tiende a consolidarse. Detrás de este vicio se encubre el de la contratación estatal, fortín de los ganadores que prometen obras como único programa de gobierno.