Fernando Navas Talero | El Nuevo Siglo
Miércoles, 20 de Abril de 2016

BITÁCORA DE LA COTIDIANIDAD

Estado asocial de hecho

 

El proceso de pacificación del país, liderado por el Presidente, cada día que pasa se anuncia como un fiasco del Gobierno y de sus aliados en este propósito. La razón que aducen sus enemigos para explicar su fracaso y el rechazo  a la propuesta consiste en que, se alega, es insólito aceptar que la insurgencia  salga impunemente de su encrucijada y mucho menos que aspire a conservar sus armas, aun después de suscrito el compromiso de la Paz.

Este discurso popular, inscrito en las redes sociales,  es  un argumento pueril de quienes aúpan la guerra para satisfacción de su mente perversa. El problema  hay que mirarlo con mayor acierto. Escudriñar las causas últimas del conflicto y, una razón de peso,  reconocer que la Constitución es una hoja de papel y no la carta del acuerdo político que todas las naciones promulgan   para que haya justicia social y,  en consecuencia,  armonía entre las gentes.

La carta del 91, promovida violando el orden constitucional vigente en el momento para seducir la rebelión general inconsciente que imperaba, optó, engañosamente,  por declarar un Estado Social de Derecho, predicado que en la práctica no es más que un homenaje a la bandera, pues la realidad de la Nación es otra.

Para entender esta sencilla afirmación  basta solo averiguar el sentido histórico de este calificativo. Wang ANSI, Siglo XI: El Estado Social de Derecho procura redimir la ignorancia, la miseria, el desempleo, y en general las  tragedias vitales que arrebatan la dignidad del ser humano. “La forma más cierta por la cual podemos juzgar si un país es realmente libre es en la medida de la seguridad -social- de sus habitantes” Lord Acto.

Para ejemplificar esta afirmación conviene solo constatar el imperio de la informalidad laboral. A causa de la desigualdad, producto de una ignorancia supina de los jueces y legisladores, un alto porcentaje de trabajadores, especialmente del campo o desplazados, soportan contratos laborales clandestinos porque sus patronos no están en condiciones de satisfacer las obligaciones que la jurisprudencia y la ley establecen. ¿Cuántos ancianos que trabajaron toda la vida ordeñando, sembrando o como obreros o empleadas del servicio doméstico no cuentan en su haber con una pensión de jubilación porque su empleador no tenía  un presupuesto que le facilitara cumplir con ese requisito? ¡Y el Estado, cruzado de brazos!

Hay otros ejemplos que demuestran que para conseguir la paz no es preciso únicamente acordar el desarme y valerse del sus punitivo;  lo que importa es  la solidaridad y el consenso nacional, pero ésta no existirá en tanto que se viva en un Estado Asocial de Hecho y el presupuesto solo sirva para enriquecer a las clases privilegiadas, los corruptos y los amigos de la clase dominante. Hay que crear conciencia política y este psicoanálisis colectivo solamente se logrará  reconstruyendo la historia, de lo contrario la paranoia gobernara a la sociedad. El derecho es ciencia y la justicia conciencia.