Excelencia académica
El conocimiento es históricamente acumulativo. No siempre nos damos cuenta de que lo que sabemos es el fruto de un larguísimo proceso de estudio. La sola capacidad de leer es fruto de 6.000 años de preparación. El cálculo aritmético fue el fruto de milenios de desarrollo cultural acumulado. Hoy la riqueza está en proceso de cambiar de naturaleza. Y ya no es la tierra, no son tampoco las máquinas, la esencia de la riqueza.
En nuestros convulsionados días la riqueza está en las ideas que bullen en el cerebro de las personas y en las operaciones de los ordenadores. A medida que el mundo se “informatiza”, la riqueza cambia de sustancia. Hubo una época en que la riqueza consistía en poseer tierra, después se habló del gran valor de las máquinas. Hoy el poder económico está representado por el conocimiento. El recinto del conocimiento es la Universidad.
A Fernando Hinestrosa Forero debe el país el haber implantado el tema de la “excelencia académica”. Pero esto tiene un alto costo financiero. Y en este sentido Fernando Hinestrosa sorprendió al país con la impresionante pujanza dada al Externado en el complejo mundo de las finanzas. El Externado de Colombia ha sabido hermanar a la Academia con el dinero.
A lagran universidad -acumulación de saberes y conocimientos- la hace el gran catedrático. Con profesores de primera tendremos profesionales de excelencia, y con docentes de tercera, egresados de quinta. Una universidad es en relación con un país, lo que el cerebro humano en relación con el cuerpo: su parte más trascendental y luminosa. En Colombia sobran universidades malas y faltan universidades buenas.
En la proletarización profesional juegan muchos factores. Las universidades de garaje han mercantilizado el otorgamiento del título de “doctor”. Al joven se le inculca que “nace para ser doctor y buscar puesto”. Y hoy tenemos 300.000 profesionales sin empleo. ¿En qué queda la frase de “estudia y triunfarás”. La masificación universitaria le ha quitado prestancia, contenido y trascendencia al egresado. Ojalá la universidad próspera en Colombia dignifique al catedrático. En nuestra patria la docencia es un producto barato. Los centros educativos faraónicos deberían crear planes de vivienda para sus maestros, becas para los hijos de los profesores, año sabático, préstamos blandos a favor de quienes tanto hacen en beneficio de las futuras generaciones.
En mis numerosos libros escritos he repetido: la educación en el país tiene más un sentido decorativo que productivo. Por practicar esto último, los dragones asiáticos se convirtieron en potencia mundial. En la nación no se capacita para producir. La burocratización de la juventud es signo deplorable de decadencia. Se nace para crear riqueza, no para mendigarla.