Bajo el Titulo “La Mirada puesta en Jesús: Vocación de la Familia”, adelantó, el Papa, su exposición en su reciente Exhortación (Cap. III nn 58-88). Señala lo trascendental a que eleva Jesús el matrimonio y la familia, al afirmar que forma parte del kerigma cristiano, al estar ubicados en el punto central del infinito amor del Padre. Este Capitulo recoge síntesis de la enseñanza de la Iglesia y de los Padres Sinodales sobre la familia, al registrar la mirada y actividades de Jesús ante hombres y mujeres que la conforman (nn 58-60).
Hace notar, cómo el Nuevo Testamento lleva a apreciar toda la obra del Creador como buena, y, allí, el matrimonio como “don del Señor” (I Cor. 7,7), incluida lo relación sexual (I. Cor, 5,5). Es el propio Jesús quien señala la bendecida relación entre hombre y mujer como un “designio primigenio”, que reclama la indisolubilidad matrimonial no como un “yugo”, sino como un “don”, y restablece el matrimonio al “proyecto originario de Dios” (Mat. 19,3). Destaca que “el evangelio de la familia” muestra cómo seres creados a imagen y semejanza de Dios llegan a representar, en su unión, la de Cristo con su Iglesia (Apc.19, 9) (Cf.nn. 61-63).
Rememora lo expuesto por él en su Encíclica “Alegría del Evangelio”, en donde presentó a Jesús como “paradigma para la Iglesia, que ha de imitar su ejemplo de cercanía”. Es la familia favorecida por El en las bodas de Caná, participa de la vida familiar en casa de Lázaro y sus hermanas, con acercamiento a hombres y mujeres en encuentro con la Samaritana y Zaqueo. (n. 64). Detalles de la infancia de Jesús están relacionados con su familia, de Nazareth, toda “llena del perfume de familia” (n. 65 y 66).
Recuerda documentos magisteriales en los que hay tantas referencias a la familia, como la Constitución del Vaticano II “Alegría y Esperanza” (nn. 47-52) y “Luz de las Naciones” (n.11), que la definen como “comunidad de vida y amor” y como “iglesia domestica”. Destaca la profundización de Paulo VI en la Encíclica “La Vida Humana”, en donde resalta la dignidad de los seres humanos, cuyo amor conyugal es colaboración, en la paternidad, a la obra del Creador. Juan Pablo II, en su Exhortación “Familaris Consortio” (nn 67-69) presenta la familia como “vía de la Iglesia”. Enseñanzas ampliadas por Benedicto XVI, en sus Encíclicas “Dios es Caridad” y “Caridad en la Verdad” (n.70).
Se centra, luego, el Papa Francisco, en presentación del Matrimonio con distintas referencias a él de la Sagrada Escritura y la Tradición. Retorna a la verdad de que la familia es imagen de Dios, en quien hay comunicación de personas (Mt. 1,10-11), y que Jesús restablece el matrimonio a su dignidad primera (Mt.19,1-12). Recuerda la doctrina de que “el matrimonio no es una convención social”, ni “un rito vacío”, sino un “don para la santificación y salvación de los esposos”, “una vocación” a vivir y complementarse en el amor conyugal (nn 71-72). Dice: “el don reciproco…arraiga la gracia bautismal… en alianza como Cristo en la Iglesia” (n. 73). Exalta la unión sexual, realizada de modo humano, y santificada por el Sacramento como crecimiento en la vida de gracia en unión con el Creador, cuya obra llevan adelante (n.74). Esto esclarece lo enseñado que en el Matrimonio, los ministros de esa unión santificada son los esposos (n.75).
No basta con recibir el Sacramento, sino que es él como gran semilla que debe germinar y madurar en una “integración más plena de este misterio en su vida”. (Cf. Juan Pablo II en Familiaris Consortio”) (n. 90). Con expresión de los Padres Sinodales afirma el Papa, que “solo en Cristo, por su encarnación en la humanidad y en su obra redentora, se conoce profundamente la verdad de las relaciones humanas”. En esta verdad se comprende el “bien de los cónyuges” que busca la alianza matrimonial y mutua ayuda para su realización (nn.77) (Continuará)
*Obispo Emérito de Garzón
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