Gabriel Melo Guevara | El Nuevo Siglo
Lunes, 7 de Septiembre de 2015

DINÁMICA DE LA CONFRONTACIÓN
La frontera huele a pólvora

 

Cuando  la situación interna se agrava, las dictaduras inventan primero un enemigo doméstico. Si sigue agravándose, inventan uno externo. Y en ninguno de los casos hay límites. Puestas en marcha las persecuciones, no hay freno, las locuras iniciales tienen su propia dinámica de insensatez. Con mayor intensidad si el enemigo de adentro y el de afuera son dos caras del mismo invento.

En las relaciones con Venezuela vamos por ese camino.

Evitarlo no depende de nosotros. Podemos hacer cuanto esté a nuestro alcance, ceder a  las exigencias, entregar todo lo que nos pidan y la dinámica de la confrontación seguirá adelante, porque la impulsa su propio motor, alimentado por la angustia de salir del poder. Y no está en nuestra mano recuperarle al gobierno de Venezuela su prestigio, en medio de una crisis tan aguda y en vísperas de unas elecciones  catastróficas para su  socialismo del siglo XXI.

No hay razones para un desatino como el que padecemos. Pretextos sí. Todos. Los que se imaginen y los que se puedan imaginar.

Lo extraño del caso es que nos haya sorprendido, como lo demuestra la reacción colombiana, que aún cree en la vigencia de la sincera y estrecha cordialidad con  que  graduamos a los gobernantes venezolanos como  nuevos mejores amigos. Por eso no hay que hacerse ilusiones  sobre un rápido arreglo de la situación actual, mientras prevalezcan las motivaciones que la engendraron.

Todo puede esperarse de un gobierno que se sabe cada día más minoritario, obligado a medirse electoralmente con una oposición mayoritaria, y  con Castro, su aliado y consejero, dedicado a amistarse con los Estados Unidos, abrir su economía a las inversiones norteamericanas y recibir al Papa Francisco.

Entre tanto continuamos con el gobierno venezolano como garante del proceso de paz con la guerrilla colombiana, para el cual aceptamos a Cuba como terreno neutral.

¿Qué sigue en la escalada? El incidente violento. En una línea limítrofe tan larga y en zonas de la más diversa condición geográfica, es inevitable que se presenten  dificultades menores. Es lo usual en  las fronteras, en especial si hay tráfico intenso de personas que van y vienen a diario. Pero esta vez  los incidentes se agrandarán, por insignificantes que sean. O los provocarán para emplearlos como pretexto. O los inventarán, sin más vueltas.

La carrera armamentista que emprendió Hugo Chávez es prueba fehaciente de una intención belicosa, así sea  disimulada. No se compran para nada misiles, aviones de combate, tanques, naves artilladas, carros de asalto y cien mil fusiles, cuando no hay suficientes soldados para  entregárselos.

¿A órdenes de quién quedó esa enorme máquina de guerra que está ensamblándose? ¿Y para qué?

En una ocasión vimos, en vivo y en directo, cómo Chávez despachaba sus batallones a la frontera. Ahora Maduro envía su ejército para militarizarla.

Cuando suene el primer tiro o un ruido que se parezca, se caiga un helicóptero mandado a violar nuestro espacio aéreo o se les descalabre un recluta, estaremos en la mitad de un conflicto internacional. ¿Se tiene estudiado cómo reaccionaremos? ¿Qué hacer si invaden territorio colombiano? ¿Cómo prevenirlo? ¿Qué acciones adelantar entre nosotros? ¿En el exterior?