GABRIEL ORTIZ | El Nuevo Siglo
Viernes, 13 de Abril de 2012

Percepción de inseguridad

 

Si  alguien se hubiera guiado por el supuesto 57 por ciento de los colombianos que, según encuestas, sienten que la seguridad se ha deteriorado, se habría perdido el “puente largo” de la Semana Santa.

Aunque con mucho temor, desconocí esa presunción de los pesimistas y me dirigí al paraíso que se llama el Chicamocha, con ese extraordinario parque lleno de atracciones entre las que se destacan el teleférico que alcanza la Mesa de los Santos y el monumento a los Comuneros. Esa maravilla la complementan el parapente, el canotaje y demás deportes extremos que atraen a la juventud. Imposible no visitar Barichara, el pueblo más lindo de Colombia.

La presunción con que nos han timado los “viudos” del poder no deja de asustar a los turistas que se desplazan desde los más variados sitios de Colombia, pues temen que los grupos ilegales los detengan en la carretera, les pinten los carros, los despojen de sus haberes y los secuestren.

Pero, contrario a lo que se trata de vender para incomodar y amedrentar a la ciudadanía, el susto llega cuando aparecen unos hombres con una paleta que dice ¡Pare!... Hay una invasión de preguntas: ¿serán los subversivos, que se han tomado de nuevo a Colombia, como dicen los pesimistas? ¿Serán los “paras” o las “bacrim” que nos legaron? Pero la zozobra se despeja cuando se descubre que se trata de una alerta por la mala calidad de las carreteras que heredamos, las que obligan a hacer un pare y ceder el paso.

Si las carreteras de doble calzada andan mal, si la infraestructura en general es un desastre, las rutas de Tunja a Bucaramanga, a la frontera con Venezuela o a la Costa son un caos. Las nuevas inversiones obligan a traer unas enormes máquinas que a duras penas caben en una de las más grandes tractomulas que se toman los precarios caminos con los que buscamos entrar al TLC. Es increíble que en 8 años no se hubiera atendido este campo. Esto no es percepción, es la realidad: no tenemos carreteras, porque los “intensos y campechanos” de los que habla The Economist no hicieron nada. El TLC y las bellezas de Santander, como las de otras regiones del país, se nos escapan.

Blanco.La vitrina del mundo en que nos encontramos con motivo de la Cumbre americana.

Negro. Entró de nuevo el invierno y, al parecer, tampoco en esta ocasión estamos preparados.

gabrielortiz10@hotmail.com