General (r) Luis Ernesto Gilbert Vargas | El Nuevo Siglo
Miércoles, 11 de Mayo de 2016

PRISMA

¡Ay…la fumigación manual!

SI  no se tienen los cuidados que la operación amerita, la fumigación manual puede ser un problema grave ya que  el tema es más difícil de lo que muchas personas creen. Por allá en los años ochenta, bajo el mando del inmolado Brigadier General Jaime Ramírez Gómez, tuve la experiencia personal de trabajar con la erradicación manual en el Guaviare, - dura tarea-; permítanme hacer un sucinto relato de la lección, para sacar conclusiones sobre el ámbito del programa que se piensa implementar.

 

Lo primero fue ubicar las plantaciones para programar la tarea, faena un poco dispendiosa porque los chagreros cultivaban en zonas alejadas de cualquier comunidad. Sin embargo como contábamos con dos helicópteros logramos  hacer un inventario, más o menos  aproximado a la preocupante  realidad,  por la cantidad de chagras  que superaban nuestro cálculo. Así se inició el trabajo, y la misión era arrancar  matas de coca, para lo cual en la mañana muy temprano, transportábamos los agentes de policía en los helicópteros al lugar de actividad, pero antes de aterrizar debíamos hacer un sobrevuelo de observación y seguridad, evitando sorpresas o agresiones. Una vez aterrizada la aeronave los policiales debían practicar un patrullaje por el sector, dispuestos a repeler cualquier ataque  de parte narcotraficante; cubierta la zona se distribuía el trabajo e iniciaba la erradicación. Ver los policía peleando con una mata de dos metros de alta, para arrancarla, se convirtió en aflicción, la faena duraba hasta las cuatro de la tarde, hora en que levantábamos la actividad, abordábamos las aeronaves y regresábamos al lugar de reunión. Contado  así parece fácil, pero son muchos los detalles, la comida con raciones de campaña, el agua escasa por el peso, las medicinas, el cansancio de los hombres…en fin se cumplía la misión, con ciertos  riesgos.

 

Pero las cosas cambiaron, los resultados no fueron los esperados, se empezó a calcular el  costo de la operación frente al beneficio y la ecuación no se acomodaba, aparecieron los ataques de francotiradores en los cultivos, las aeronaves corrían  riesgos de  hostigamientos,  las culebras no faltaban obligando suero y enfermero, lo que demandaba otro viaje de helicóptero, el  clima y  su ambiente húmedo hicieron mella en el personal, urgieron los relevos, el combustible para las aeronaves debíamos  trasladarlo desde Bogotá con altos costos. Por todo ello se replanteó la estrategia y se inició  la fumigación aérea con glifosato, con los problemas que hoy conocemos.

 

Como el Consejo Nacional de Estupefacientes aprobó la fumigación manual, quiero referirle que no es imposible, pero será  un  trabajo complicado, demorado y riesgoso por los francotiradores, minas antipersonales. También los impactos al medio ambiente estarán presentes. El  programa es poco rentable como ya lo explicamos y sin apoyo aéreo es inadmisible. En cuanto a  eficiencia, depende del presupuesto y número de frentes para el trabajo.