General (r.) Luis Ernesto Gilibert V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 4 de Noviembre de 2015

PRISMA

Planes de seguridad

Con  este afán por la seguridad ciudadana que me acompaña de hace mucho tiempo, me veo en la necesidad de sugerir  recomendaciones desprevenidas y bien intencionadas a los futuros administradores locales, impulsado por  el interés de aportarles insumos en el diseño de su gestión, con miras a lograr  cultura de seguridad, único camino para alcanzar esa sensación de tranquilidad y bienestar  que anhelamos  los ciudadanos.

Les quiero recordar que para encarar el reto se hace necesario diseñar un plan de seguridad, donde la fuerza pública y especialmente la policía tenga un papel prepondérate y decisivo, donde todas las fuerzas vivas de la región o la ciudad, sin escatimar esfuerzos estén comprometidas y las autoridades pongan sus recursos al servicio de la causa, de lo contrario nunca se logrará integrar la comunidad con las autoridades en bien de la tranquilidad y el orden. El mencionado plan se supone debe ser concebido y elaborado por el comandante de la policía, al ser esta la entidad mejor informada sobre la criminalidad y los problemas delincuenciales del sector, pero es recomendable no dejar solo en cabeza del comandante y la institución este trabajo. Sería muy saludable que tanto el burgomaestre al frente de  su gabinete, como los representantes de diferentes sectores fueran consultados y estimulados a convertirse en generadores de información e ideas para lograr un plan general enriquecido por experiencia, recursos e investigación, el liderazgo de la primera autoridad es capital para este cometido.

Es recomendable perfeccionar el inventario de la situación, entendiendo que de seguro existirán aspectos rescatables utilizados por anteriores administraciones, pues no todo puede ser malo y sería fatal despreciar la experiencia de situaciones vividas en épocas de crisis, organizar  la ciudadanía, analizar las estadísticas, evaluar las comunicaciones, revisar las alianzas, confirmar los compromisos, invitar las organizaciones y comprometer los poderes, es vital para lograr un consenso alrededor del plan, que en ultimas debe ser el documento guía o marco para el propósito que nos convoca.

En el país el temor de los ciudadanos a la delincuencia es aterrador y existen una serie de patologías a nivel nacional que están sobrediagnosticadas, como son la invasión del espacio público, el ataco callejero, el expendio y comercialización de estupefacientes, la riña, el alcoholismo, y otros conocidos y poco atendidos, que deben hacer parte de los objetivos concebidos en el  plan  de seguridad. La infraestructura para tender líneas de comunicación,  entre las autoridades y estas con la comunidad, es el eje central del documento, seguramente de estos  encuentros surjan  ideas y se identifiquen falencias fáciles de suplir, que no han sido encaradas por falta de información; una comunidad escuchada  y tenida en cuenta para los trabajos sociales y en grupo, será un aliada permanente en la lucha contra el delincuente.